EE.UU. se prepara para cumbre del G20
| Jueves 13 noviembre, 2008
Disparidad de expectativas podría restar brillo a reunión
EE.UU. se prepara para cumbre del G20
Presidente electo enviará a dos representantes a las sesiones
Washington
EFE
A solo dos días de que los principales líderes de los países desarrollados y en desarrollo se den cita en Washington para la cumbre del G20, cunde el temor a que la disparidad de expectativas reste brillo al encuentro.
Los europeos han dejado claro que viajan a la capital estadounidense con la intención de impulsar amplios cambios en el sistema financiero internacional y regulaciones más estrictas para la banca.
George W. Bush, presidente saliente de Estados Unidos, a quien le quedan solo dos meses de mandato, ha alertado, mientras tanto, que resulta poco probable que la cumbre adopte importantes decisiones vinculantes.
Henry Paulson, secretario del Tesoro, insistió ayer en que la cita del G20 "representa un oportunidad para las naciones para dar un paso importante, pero solamente un paso, hacia la necesaria reforma" del sistema financiero internacional.
A eso se suma el hecho de que el mandatario electo, Barack Obama, no estará presente en el cónclave, lo que podría hacer que muchos líderes se muestren reacios a alcanzar acuerdos con una administración que tiene los días contados.
Obama anunció ayer que la ex secretaria de Estado demócrata Madeleine Albright y el ex legislador republicano Jim Leach lo representarán este fin de semana en la cumbre de Washington, donde sostendrán encuentros no oficiales con los representantes del G20. La reunión de ministros de Economía y presidentes de los bancos centrales del Grupo de los Veinte (G20) que se celebró el fin de semana pasado en Sao Paulo (Brasil) parece un buen adelanto de lo que se avecina.
Francia, que ocupa la presidencia rotatoria de la Unión Europea (UE), capitanea el esfuerzo a favor de nuevas regulaciones y una mayor supervisión de los mercados financieros.
Nicolas Sarkozy, presidente francés, y otros líderes europeos quieren también poner en marcha un sistema que permita detectar con antelación posibles desequilibrios en los mercados financieros.
Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia temen, por su parte, que un exceso de celo regulador estrangule el libre mercado y frene las expectativas de crecimiento futuro.
"Vemos una fricción entre el capitalismo anglosajón, por un lado, y el capitalismo a la europea, por otro", concluyó la ministra de Economía francesa, Christine Lagarde, en declaraciones el domingo a la prensa durante la cita del G20.
Esas y otras opiniones dispares, como el papel que debería de jugar el Fondo Monetario Internacional (FMI), son un buen reflejo del complejo abanico de intereses diferentes que coincidirán este fin de semana sobre la mesa de negociaciones en Washington.
Dominique Strauss-Kahn, director gerente del FMI, trató de reducir las expectativas en declaraciones recientes, al afirmar que resulta poco probable que la cumbre produzca un cambio radical en la forma en la que se gobierna la economía global
La coincidencia de la cumbre con la peor crisis financiera de los últimos 80 años ha servido para que algunos hayan acuñado ya este encuentro como "Bretton Woods II", en referencia a la reunión en esa localidad de Nueva Hampshire en 1944, en la que los países aliados en la II Guerra Mundial crearon el FMI y el Banco Mundial.
Strauss-Kahn señaló la semana pasada en una entrevista con el diario Financial Times que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana y recordó que fueron necesarios dos años para preparar la conferencia de Bretton Woods.
"Las palabras suenan bien, pero no vamos a crear un nuevo tratado internacional", concluyó.
En su opinión, lo máximo a lo que puede aspirar la conferencia es a poner en marcha grupos de trabajo para futuros acuerdos que podrían alcanzarse en un plazo aproximado de seis meses.
En lo que sí parece haber acuerdo es en que existe un ambiente más proclive a la regulación, tras años en los que se permitió al libre mercado campar a sus anchas.
Además, y pese a que las posibilidades de que haya un progreso real parecen escasas, nadie duda de que los reunidos afrontan un delicado ejercicio diplomático y que tendrán que andar con pies de plomo para no volver a desatar el pánico en los mercados globales.
El Grupo de los Veinte está integrado por la UE, el G7 (Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia) y Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudí, Suráfrica, Turquía y Rusia.
EE.UU. se prepara para cumbre del G20
Presidente electo enviará a dos representantes a las sesiones
Washington
EFE
A solo dos días de que los principales líderes de los países desarrollados y en desarrollo se den cita en Washington para la cumbre del G20, cunde el temor a que la disparidad de expectativas reste brillo al encuentro.
Los europeos han dejado claro que viajan a la capital estadounidense con la intención de impulsar amplios cambios en el sistema financiero internacional y regulaciones más estrictas para la banca.
George W. Bush, presidente saliente de Estados Unidos, a quien le quedan solo dos meses de mandato, ha alertado, mientras tanto, que resulta poco probable que la cumbre adopte importantes decisiones vinculantes.
Henry Paulson, secretario del Tesoro, insistió ayer en que la cita del G20 "representa un oportunidad para las naciones para dar un paso importante, pero solamente un paso, hacia la necesaria reforma" del sistema financiero internacional.
A eso se suma el hecho de que el mandatario electo, Barack Obama, no estará presente en el cónclave, lo que podría hacer que muchos líderes se muestren reacios a alcanzar acuerdos con una administración que tiene los días contados.
Obama anunció ayer que la ex secretaria de Estado demócrata Madeleine Albright y el ex legislador republicano Jim Leach lo representarán este fin de semana en la cumbre de Washington, donde sostendrán encuentros no oficiales con los representantes del G20. La reunión de ministros de Economía y presidentes de los bancos centrales del Grupo de los Veinte (G20) que se celebró el fin de semana pasado en Sao Paulo (Brasil) parece un buen adelanto de lo que se avecina.
Francia, que ocupa la presidencia rotatoria de la Unión Europea (UE), capitanea el esfuerzo a favor de nuevas regulaciones y una mayor supervisión de los mercados financieros.
Nicolas Sarkozy, presidente francés, y otros líderes europeos quieren también poner en marcha un sistema que permita detectar con antelación posibles desequilibrios en los mercados financieros.
Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia temen, por su parte, que un exceso de celo regulador estrangule el libre mercado y frene las expectativas de crecimiento futuro.
"Vemos una fricción entre el capitalismo anglosajón, por un lado, y el capitalismo a la europea, por otro", concluyó la ministra de Economía francesa, Christine Lagarde, en declaraciones el domingo a la prensa durante la cita del G20.
Esas y otras opiniones dispares, como el papel que debería de jugar el Fondo Monetario Internacional (FMI), son un buen reflejo del complejo abanico de intereses diferentes que coincidirán este fin de semana sobre la mesa de negociaciones en Washington.
Dominique Strauss-Kahn, director gerente del FMI, trató de reducir las expectativas en declaraciones recientes, al afirmar que resulta poco probable que la cumbre produzca un cambio radical en la forma en la que se gobierna la economía global
La coincidencia de la cumbre con la peor crisis financiera de los últimos 80 años ha servido para que algunos hayan acuñado ya este encuentro como "Bretton Woods II", en referencia a la reunión en esa localidad de Nueva Hampshire en 1944, en la que los países aliados en la II Guerra Mundial crearon el FMI y el Banco Mundial.
Strauss-Kahn señaló la semana pasada en una entrevista con el diario Financial Times que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana y recordó que fueron necesarios dos años para preparar la conferencia de Bretton Woods.
"Las palabras suenan bien, pero no vamos a crear un nuevo tratado internacional", concluyó.
En su opinión, lo máximo a lo que puede aspirar la conferencia es a poner en marcha grupos de trabajo para futuros acuerdos que podrían alcanzarse en un plazo aproximado de seis meses.
En lo que sí parece haber acuerdo es en que existe un ambiente más proclive a la regulación, tras años en los que se permitió al libre mercado campar a sus anchas.
Además, y pese a que las posibilidades de que haya un progreso real parecen escasas, nadie duda de que los reunidos afrontan un delicado ejercicio diplomático y que tendrán que andar con pies de plomo para no volver a desatar el pánico en los mercados globales.
El Grupo de los Veinte está integrado por la UE, el G7 (Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia) y Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudí, Suráfrica, Turquía y Rusia.