Educación científica
| Sábado 11 enero, 2014
Deberíamos ser más exigentes con los candidatos y demandar también, políticas para fortalecer en cantidad y calidad la educación científica en escuelas y colegios
Educación científica
Debido a que la ciencia no es un conjunto de conocimientos acumulados que se deben aprender para parecer inteligente, sino más bien una forma de pensar que permite observar y analizar crítica y objetivamente las interacciones entre los diferentes elementos del mundo natural, el objetivo de proveer educación científica a la población, debería ir más allá de permitirle a esta, tener una conversación educada sobre agujeros negros, mecánica cuántica o evolución y más bien procurarle las herramientas para que pueda reaccionar adecuadamente ante eventos y situaciones más mundanas.
El repertorio noticioso de 2013 nos dejó una colección de noticias con trasfondo científico que impactaron de manera significativa a nuestra sociedad.
Los impactos ambientales de las piñeras y la terminal de Moín, la erosión y sedimentación en el río San Juan, los cultivos transgénicos, y otros tantos temas, llevaron el diálogo nacional a un lugar donde la mezcla de conceptos técnicos y científicos con asuntos legales y las implicaciones socioeconómicas, hicieron que su comprensión plena fuera una tarea para eruditos e iluminados.
Los ciudadanos en una democracia sólida como la costarricense, deben ser más actores que espectadores, y esto se logra en parte, mejorando su capacidad de análisis crítico. Estos temas no se pueden discutir de manera productiva sin tener una formación científica que permita aplicar el pensamiento crítico para discernir entre el humo y el fuego.
La deficiente educación científica en todos los estratos de nuestra sociedad ha permitido que la brecha entre lo que el científico tiene en mente cuando emite un mensaje y lo que el público percibe de este, sea cada vez más amplia.
Si bien es cierto, el mensaje puede ser modificado de tal manera que tenga mayor alcance y claridad, también el receptor necesita tener las bases para una mejor comprensión. Si el público no puede entender el contenido y significado de un mensaje, entonces se va a confundir y va a buscar respuestas en aquellos que le hablen de una manera más candorosa y atractiva, aunque no siempre con las mejores intenciones, alejando el diálogo en direcciones ajenas a la realidad y permitiendo que el discurso se maneje en niveles dominados por la pasión y no la razón. Esta actitud genera en el largo plazo una desconfianza en la autoridad científica y un desinterés en la participación en la búsqueda de soluciones.
En esta nueva campaña política hemos visto como la infraestructura vial se ha convertido en prioridad, al igual que la seguridad ciudadana y el cuidado del agua. Pero deberíamos ser más exigentes con los candidatos y demandar también, políticas para fortalecer en cantidad y calidad la educación científica en escuelas y colegios para que junto a gremios profesionales, universidades y medios de comunicación, se pueda tener un diálogo nacional que gire en torno a un análisis crítico educado.
Sergio Rivera
Geólogo
Tierragroup@gmail.com