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De icono a adorno

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 15 agosto, 2016


Alex Rodríguez se despidió del Fenway Park en Boston, empujando una carrera con bases llenas, gracias a una simple rola. Adam Glanzman-AFP/La República


El reloj marchó con dolorosa precisión hacia el viernes; ese 12 de agosto, Alex Rodríguez, uniformado con el número 13 de los Bombarderos del Bronx, jugó su último partido con los Yankees de Nueva York.

Pocos días antes y un minuto después de que Brian Cashman, gerente del equipo, acompañado del “manager”, Joe Girardi, anunció que A-Rod se retiraba como jugador de los Mulos, a pesar de tener un año más de contrato, explotaron las redes sociales y el beisbolista, nacido en Nueva York pero de nacionalidad dominicana, se convirtió en portada de los medios de comunicación deportivos del planeta.
Entonces, el entorno de quien fuera short-stop de los Marineros de Seattle y de los Vigilantes de Texas, pero tuvo que conformarse con ser antesalista en el Bronx, para poder embolsarse el jugoso contrato de $275 millones por diez temporadas, sin quitarle el puesto en el campo corto al icono local, Derek Jeter, se uniformó de negativismo y así, al cuestionado beisbolista suspendido un año completo por dopaje, no le quedó más remedio que ponerle buena cara al mal tiempo.
Girardi se precipitó a la hora de anunciar el retiro de Rodríguez como jugador yanquista y en la misma pantalla de la TV le prometió al beisbolista la titularidad en su última semana vestido de Mulo, para darle al bateador designado sus últimos turnos en procura de conectar los cuatro vuelacercas que le faltan para alcanzar los 700 jonrones, un privilegio que muy pocos poseen.
Mas, la promesa fue falsa; el piloto de los Yankees sentó a Rodríguez en los dos primeros juegos ante Boston, ni siquiera le dio oportunidad como designado y convirtió al multimillonario beisbolista en un mero adorno en la reserva del equipo. Las relaciones entre las dos partes se enfriaron, hubo declaraciones públicas y se construyó una pequeña tormenta a lo interno del club.
Girardi quedó como villano de la película y entonces, como gran receptor que fue en su etapa de beisbolista, se quitó la careta y se lanzó a pista.
“La descripción de mi trabajo no incluye organizar giras de despedida. Mi trabajo es tratar de ganar todos los partidos y colocar a mis jugadores en la mejor posición posible. Tengo una gran responsabilidad con el béisbol y ningún jugador es más grande que este juego. Nadie. Nadie, nadie, nadie. Nunca voy a olvidar eso”, dijo Girardi.
Y, agregó, refiriéndose a Alex: “por mucho que me preocupe por él y todo lo que hemos pasado juntos, todo esto es muy difícil, créanme, es muy difícil, pero tengo que recordar eso”.
A-Rod manifestó, antes de que se iniciara la serie con Medias Rojas que se sentía decepcionado de haber sido relegado al banquillo.
La noche del pasado jueves, en el último juego de la serie entre estos clásicos rivales, Girardi utilizó a Rodríguez como bateador designado y se fue de 4-0, pero, como recuerdo, A-Rod bateó una rola con bases llenas y empujó la tercera carrera de los Mulos que ganaron el juego y la serie.
El viernes el club le hizo un homenaje de despedida antes del juego en Yankee Stadium contra Tampa en el que A-Rod jugó de nuevo como bateador designado.
Ahora, debe tomar una decisión: se retira y cobra los $24 millones que le deben los Yankees en un trabajo administrativo en el club o renuncia a este salario y se pasa a jugar a otro equipo en busca de los cuatro jonrones que le faltan para inmortalizarse.







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