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Código Tecno: Piratería: ¿quién les paga a los artistas?

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 13 julio, 2011





Piratería: ¿quién les paga a los artistas?

Quieren encarecer equipos para compensarlos por las copias ilegales, y se desata la polémica

Comenzó como tendencia en algunos países europeos. Hizo muchas olas en España. Y ahora también empieza a sonar en América latina. Son las leyes conocidas vulgarmente como de “canon digital” y que, en pocas palabras, pretenden gravar con un impuesto especial los dispositivos que permiten realizar copias digitales (discos rígidos, pendrives, CD, DVD y hasta teléfonos celulares) para, con ese dinero, “compensar” a los artistas por los efectos que les provoca la piratería.
La medida, polémica por donde se la mire, lo primero que produce son enormes movimientos de protesta que se dan, principalmente, en las redes sociales. Sucedió hace dos semanas en Argentina, cuando el Parlamento de ese país se disponía a aprobar el canon. Como consecuencia de las “ciberprotestas”, la discusión de la norma fue postergada.
Mientras tanto, en países como España y Holanda donde ya habían sido aprobadas, sus gobiernos debieron anular las reglamentaciones, tras inconvenientes de distinto tipo. En España, por ejemplo, el Tribunal de Justicia europeo hizo lugar a una demanda y rechazó el impuesto tras declararlo abusivo.
El problema principal de estas normas es que encarecen notablemente dispositivos que son de consumo popular. Por ejemplo, en Argentina los CD y DVD pasarían a costar un 75% más caros. Y ese mayor costo termina castigando a todos los usuarios de tecnología digital por igual, sin discriminar quienes hacen copias ilegales de quienes lo usan en forma correcta.
Pero por otro parte, ¿por qué cobrarles a los consumidores de un producto por los daños que otros pueden potencialmente llegar a provocar con ese dispositivo? Con el mismo criterio, se podría implementar un impuesto a los automóviles por los daños que se pudieran generar por los accidentes que se producen. Y también debería castigarse con suma dureza la conexión a Internet, porque es el principal medio a través del cual actúan los ciberpiratas. O los sitios de almacenamiento virtual (en la llamada “nube”), porque desde ahí también se pueden copiar archivos.
Claro, los artistas están en todo su derecho a proteger su obra, y debemos defenderlos entre todos. No es justo que terceros hagan negocios con sus creaciones, sin sus consentimientos y sin que ellos vean ni un centavo. La piratería debe condenarse enérgicamente, de eso no hay dudas.
Pero el malentendido radica en la dificultad para comprender la naturaleza de la revolución digital. Y cómo Internet cambió para siempre ciertas industrias y negocios, principalmente aquellos que están hechos de material que puede ser fácilmente digitalizado y, por lo tanto, copiado una y mil veces, y transmitido al instante de un punto al otro del planeta. Como esta columna que usted está leyendo en este momento.
El gran desafío que deberán enfrentar gobiernos y legisladores de todo el mundo es la necesidad de proteger a los artistas frente a la piratería pero preservando los derechos de los consumidores de tecnología digital, donde las cosas cambian minuto a minuto y cuyas transformaciones resultan fundamentales para el desarrollo de las sociedades modernas. No es fácil, pero vale el intento.








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