Una campaña que queda debiendo
| Sábado 30 enero, 2010
Una campaña que queda debiendo
En un seminario de la Academia de Centroamérica realizado el pasado diciembre, se lanzó la afirmación de que, en las campañas electorales, los candidatos no abordan temas trascendentales porque estos polarizan, los hacen ganar y perder votos, y ningún candidato quiere perder votos.
A ese argumento se agregó otro, de carácter procedimental: las campañas electorales se desarrollan fundamentalmente por televisión, y ese medio, por lo caro que es, no permite divulgar mensajes de mucha duración y complejidad.
El tema amerita un análisis de mayor cuidado, pero la sola valoración de la actual campaña electoral, parece darles plena razón a las afirmaciones comentadas.
Esta no es una campaña de debate ideológico, donde se estén confrontando modelos económicos o “visiones de país” diferentes. El modelo imperante, de libre mercado y apertura económica es básicamente compartido por los principales candidatos y partidos, y las diferencias, donde las hay, se ubican en ritmos, énfasis, prioridades, más que en contraponer visiones estructurales de fondo.
Por eso, a pocos días de los comicios, el debate ha sido escaso, el planteamiento de acciones o políticas públicas ausente, y a la mayoría de los candidatos el tema de seguridad les cayó como del cielo, porque resulta muy fácil enhebrar algunas palabras sobre un asunto posicionado en la mente ciudadana, y sobre el que la gente pide acción.
Aparte de eso, que se tramita básicamente con instrumentos efectistas e interés electoral, no hay mayor cosa en esta campaña electoral, y no por falta de temas, sino por temor a perder votos, o incapacidad para construir propuestas válidas, sustentables y de real ejecución.
El ambiente, la seguridad alimentaria, la educación de calidad, el empleo de calidad, la seguridad ciudadana en todas su expresiones, y también la reforma del Estado que involucre los Poderes de la República, la Sala Constitucional y la agilización tramitológica en el país, entre otros temas de primer orden, están ahí, esperando la respuesta de candidatos y partidos, que no dicen nada, o dicen demasiado poco al respecto.
Hay un tercio de ciudadanos que difícilmente se acercarán a las urnas. Hay aproximadamente otro tanto que quiere votar, pero todavía no tiene claro por quién hacerlo. Los responsables de esa nebulosa son los candidatos y partidos que siguen rehuyéndoles a los temas de fondo, interesados únicamente en ganar, aunque sea por muy poquitillo y arrastrando una larga estela de abstencionismo.
Franklin Carvajal Bejarano
En un seminario de la Academia de Centroamérica realizado el pasado diciembre, se lanzó la afirmación de que, en las campañas electorales, los candidatos no abordan temas trascendentales porque estos polarizan, los hacen ganar y perder votos, y ningún candidato quiere perder votos.
A ese argumento se agregó otro, de carácter procedimental: las campañas electorales se desarrollan fundamentalmente por televisión, y ese medio, por lo caro que es, no permite divulgar mensajes de mucha duración y complejidad.
El tema amerita un análisis de mayor cuidado, pero la sola valoración de la actual campaña electoral, parece darles plena razón a las afirmaciones comentadas.
Esta no es una campaña de debate ideológico, donde se estén confrontando modelos económicos o “visiones de país” diferentes. El modelo imperante, de libre mercado y apertura económica es básicamente compartido por los principales candidatos y partidos, y las diferencias, donde las hay, se ubican en ritmos, énfasis, prioridades, más que en contraponer visiones estructurales de fondo.
Por eso, a pocos días de los comicios, el debate ha sido escaso, el planteamiento de acciones o políticas públicas ausente, y a la mayoría de los candidatos el tema de seguridad les cayó como del cielo, porque resulta muy fácil enhebrar algunas palabras sobre un asunto posicionado en la mente ciudadana, y sobre el que la gente pide acción.
Aparte de eso, que se tramita básicamente con instrumentos efectistas e interés electoral, no hay mayor cosa en esta campaña electoral, y no por falta de temas, sino por temor a perder votos, o incapacidad para construir propuestas válidas, sustentables y de real ejecución.
El ambiente, la seguridad alimentaria, la educación de calidad, el empleo de calidad, la seguridad ciudadana en todas su expresiones, y también la reforma del Estado que involucre los Poderes de la República, la Sala Constitucional y la agilización tramitológica en el país, entre otros temas de primer orden, están ahí, esperando la respuesta de candidatos y partidos, que no dicen nada, o dicen demasiado poco al respecto.
Hay un tercio de ciudadanos que difícilmente se acercarán a las urnas. Hay aproximadamente otro tanto que quiere votar, pero todavía no tiene claro por quién hacerlo. Los responsables de esa nebulosa son los candidatos y partidos que siguen rehuyéndoles a los temas de fondo, interesados únicamente en ganar, aunque sea por muy poquitillo y arrastrando una larga estela de abstencionismo.
Franklin Carvajal Bejarano