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Transparencia

Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 09 septiembre, 2008


Transparencia

Pedro Oller

Transparencia es la palabra más empleada, más abusada y más agotada en el costarriqueñismo actual.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE), transparente es el cuerpo que permite que se vea o perciba alguna cosa a través de él.
Si el cuerpo es el Ejecutivo, es poca la transparencia. Todo lo contrario, hasta que no sea un tercero el que arroje luz sobre ese cuerpo, no permite ver distintamente los objetos, translúcidos. (Segunda acepción del DRAE para lo transparente).
Si el cuerpo es el Legislativo es poco lo que deja ver. Que deja adivinar o vislumbrar sin declararse o manifestarse. (Tercera acepción del DRAE) Entendidos todos que con la Asamblea nunca estamos claros del devenir pero siempre hacemos apuestas sobre su comportar.
Si el cuerpo es la Contraloría es claro, evidente, que se compromete sin duda ni ambigüedad. Para quienes teníamos dudas, la Contralora señaló el camino en torno a la transparencia y demarcó los ámbitos de acción. Lo suyo, el control del gasto público, lo de la Fiscalía la supervisión de los actos que comprometan el control que debe legalmente ejercerse. (Cuarta acepción del DRAE).
Si somos los administrados, asumimos que se debe a un tema anatómico. Teniendo, necesariamente que ver con la córnea, con el ojo que transparencia lo que lejos de interpretación permite una conclusión tan clara como el agua. (Quinta acepción del DRAE).
Si parte de los administrados nos encontramos comprometidos, por razón, omisión o simple predilección hacia el núcleo de gobierno, entonces asumimos por válida la sexta acepción que reza: “Tela o papel que, colocado a modo de cortina delante del hueco de ventanas o balcones, sirve para templar la luz, o ante una luz artificial, sirve para mitigarla o para hacer aparecer en él figuras o letreros”. Esta, debería no obstante aplicar por igual a la prensa que al gobierno que tienen a mano la tela para transparentar la verdad.
Termino, para no aburrir pero agotar las definiciones, con la sétima: “Ventana de cristales que iluminan y adornan el fondo de un altar”. Tantas consideraciones y tan válidas en torno a nuestra realidad que recurro a una cita para evitar valoración: “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.
Hemos emprendido un camino que entiendo sin regreso y todavía debemos ajustarnos todos a sus senderos, incluidos sus límites. Si en virtud del concepto de transparencia, logramos dejarnos de manoseos y apropiaciones acomodaticias en aras del respeto de la legalidad que debe regirnos, enhorabuena. Si no, la vaina está fregada.
Para un gobierno repitiente, esperando ansioso en la banca y pleno de asesores muchos de ellos comprometidos, la cosa francamente no pinta bien. No se trata de interpretaciones o apropiaciones de conceptos, sino de que nos cuenten cómo viene el asunto y que sepamos administrarlo en conjunto. A ver si superamos la arrogancia y dejamos de lado el uso indiscriminado de términos tan amplios como la transparencia, en aras de la legalidad. Que respecto de este concepto, el DRAE solo ofrece dos acepciones, ambas complementarias: ”(1) Cualidad de legal. (2) Régimen político estatuido por la ley fundamental del Estado”.

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