República independiente
Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 05 junio, 2008
De cal y de arena
Alvaro Madrigal
A propósito de las orientaciones, divagaciones y resoluciones del Banco Central de Costa Rica, que desde hace varios cuatrienios refleja infaliblemente lealtad a una determinada corriente de pensamiento muy bien personificada por el Dr. Eduardo Lizano, ¿qué pasaría si llega a la Presidencia de la República una persona con una ideología frontalmente distinta? ¿Modificar la composición de su junta directiva para asegurarse una línea de pensamiento concordante? No es fácil hacerlo porque hay leyes que proveen suficiente coraza al statu quo. De modo que el Primer Mandatario, electo por voluntad popular a diferencia de los directores del BCCR y con un mandato muy claro desde que su plan de trabajo fue acogido por una mayoría ciudadana, tendría que someterse y contemplar impotente cómo desde el Banco Central se paran sobre la escoba para imponerle un modelo de gestión que el electorado no votó. No es el caso del presidente Arias seguro muy cómodo con este estado de cosas por lo que, ahora que se ha producido una vacante en el BCCR, quiere llenarla con alguien de la misma línea, igualmente vinculado al mundo de las grandes empresas y revestido con las sotanas de la renegación del ideario social demócrata.
A como están las cosas, el Banco Central es más que una institución con autonomía, una versión sui generis de una república independiente: se da el lujo de imponerle a la nación (y al gobierno entero) su propia visión de país siendo que sus decisiones trascienden en mucho los ámbitos de la política monetaria, crediticia o inflacionaria, tanto como que pueden dejar al Presidente de la República mirando para el ciprés. ¿Se aviene esto con la esencia de la consulta que se hace en las elecciones nacionales? El tema ha sido debatido (recuerdo comentarios de los economistas Henry Mora, Juan Manuel Villasuso y Luis Mesalles) y reaparece hoy en medio de tantas críticas hacia la política del BCCR sobre tipo de cambio, crédito, tasas de interés, etc. que para los del instituto emisor son mero ejercicio del berreo. Igual displicencia si el Presidente de Costa Rica quisiera introducir políticas de estímulo a la producción que trajeran más inflación en abierta contradicción con las medidas restrictivas que impone la estabilidad. Al final, ¿quién gobierna? ¿El Banco Central o el ciudadano elegido en una consulta nacional? ¿Institución autónoma o república independiente? ¿Es que arbitrariamente se deforman los conceptos de autonomía para embutirnos una independencia?
Si se desconfía de los políticos para conducir la política monetaria, por temor a que la empleen para satisfacer sus propios intereses, es claro que los tecnócratas también tienen intereses propios, que pueden beneficiarse de sus resoluciones, especialmente si están vinculados al sector financiero. Apuntó Villasuso: “la política macroeconómica nunca puede estar divorciada de la política por cuanto involucra concesiones y afecta a grupos diversos de formas distintas. Esas decisiones fundamentales no se pueden relegar a los tecnócratas, sobre todo cuando esos tecnócratas ponen el interés de un segmento de la sociedad por encima de los demás”.
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