Reflexiones: En defensa de la Universidad Pública

Hoy, las contradicciones vuelven estar a flor de piel, por un lado, los intereses mezquinos de quienes apuestan por monetizar y mercadear un bien público, como lo es la Educación Superior, nos han llevado al límite y ponen en entredicho la función social de la Educación Superior Pública. Esta forma de ver a la Universidad está totalmente superada en los países OECD exitosos, dónde por el contrario la gratuidad de la educación y el fomento a la ciencia, la tecnología y la innovación, se valoran muy alto socialmente. No se trata de tapar el sol con un dedo y decir que no tenemos al interior de las universidades fallas u oportunidades de mejora de nuestro quehacer universitario. Como tantas otras instituciones sociales, la Universidad requiere ajustes, innovaciones, cambios que adapten su quehacer a las condiciones del entorno del nuevo siglo. Es posible y necesario corregir también algunos excesos y prácticas de gestión controlistas y burocráticas, que han entrabado y atado el espíritu innovador de muchos universitarios. Todo lo anterior, puede y debe hacerse en el marco que la autonomía brinda a los universitarios. Pero no se justifica este ataque constante contra la institución universitaria pública.
Es lamentable que algunos quieran ver a las universidades como una fábrica privada u otros, como un ministerio u oficina pública, la Universidad produce mucho más que simple docencia, es parte sustantiva del Sistema Nacional de Innovación y su función y valor social es trascendental para la sociedad del siglo XXI. Empero, esto que fue claro para el constituyente en 1949 y quedo expresado en la Constitución Política, pareciera ser olvidado dentro y fuera de la Universidad en nuestros tiempos. El autogobierno y autonomía universitarias son el elemento más valioso del quehacer transformador de la Universidad. Pero ese ejercicio de autonomía no nos da derecho a quedar inertes, debemos hacer a lo interno de las universidades una sana autocrítica que nos permita tomar las medidas y transformaciones para cumplir de mejor forma con la sociedad. Sin embargo, en las actuales condiciones del país, resulta innecesaria y obstinada la medida de las autoridades de Hacienda. Los Universitarios somos un conglomerado de muchas voces, somos el reflejo de una sociedad diversa y contradictoria, pero todos estamos claros que la unidad en lo diverso nos lleva a defender lo más preciado, la autonomía.
Si bien repudió la violencia y la intransigencia que claramente no llevan a ninguna solución razonable, en democracia, todos tenemos el derecho a la protesta y como tal, respeto las acciones que de forma pacífica se den para hacer valer esas posiciones, tanto de sindicatos o de estudiantes. En particular la marcha de este martes 22 de octubre del 2019 debe verse como una defensa de la institución universitaria, de la Universidad Pública y de su necesario papel en la sociedad, no es una marcha para defender a los rectores, que han tenido un papel bastante gris en los últimos años. Es para garantizar la justa condición de nuestra autonomía y nuestra capacidad para seguir construyendo las bases de una sociedad más igualitaria y libre. Debilitar la Universidad es debilitar la democracia y el necesario balance social que permite una fuente permanente de transformaciones en muchos ámbitos de nuestra vida en sociedad.
Solicito a los rectores más humildad y dialogo al interior de nuestras universidades, solicito al gobierno coherencia y flexibilidad ante la coyuntura, solicito a los estudiantes vitalidad y energía, pero con inteligencia y respeto; nada es posible lograr si no somos consecuentes y tenemos una agenda clara y una salida a cualquier conflicto. En democracia no se puede poner un tapón a la razón, las mejores armas son la sabiduría, el sentido común y el dialogo. Solicito a los medios de comunicación dejar la campaña de desinformación y desprestigio a las universidades y estar a la altura de los tempos, no parecen consistentes los mensajes amarillistas y el buscar la mancha negra en el mantel blanco, ustedes también son parte de la sociedad y deben responder por sus actos.
UNA vez más, a quienes levantamos la bandera en los ochentas para defender la Universidad, nos tocará defenderla de sus enemigos, internos y externos, en este cierre de la segunda década del siglo XXI. Somos muchas voces en el Norte, el Sur, el Atlántico y el Pacífico, a quienes nos tocará defender la Universidad Pública y su papel en el desarrollo de nuestra sociedad. Nos queda aún un largo camino por recorrer, pero estoy seguro de que nuestra sociedad resguarda aún la suficiente lucidez y sabiduría para tomar los caminos correctos, si equivocamos el rumbo es hora de corregirlo, como decía nuestro maestro y poeta costarricense, Isaac Felipe Azofeifa “Ya todas las estrellas han partido, pero nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer”.