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¿Queremos turismo en Costa Rica?

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 15 noviembre, 2017


¿Queremos turismo en Costa Rica?

¡Estamos maltratando a la gallina de los “huevos de oro”! Como en todo, el Gobierno tiene más culpa que el sector privado, pero lo que está salvando la situación hasta ahora es que los ticos siguen siendo muy amables.

La mayoría de los visitantes llegan por la ruta aérea y el “vía crucis” comienza con las largas filas en Migración. En horas pico pueden estar hora y media o más esperando para que un inspector les revise su pasaporte y lo selle autorizando su entrada al suelo nacional. Después pasan a la aduana donde pueden cambiar sus dólares por colones a una tasa sumamente desventajosa para ellos en comparación con lo que pueden obtener en la recepción de su hotel o de un banco.

Ninguno de los aeródromos costarricenses ofrece un servicio de autobús especial para pasajeros que los pueda llevar a una tarifa razonable al centro de la ciudad con su equipaje. El turista sale de la puerta de la aduana para encontrarse, dependiendo de la hora, con un molote de personas que ofrecen servicio de transporte y hoteles, legítimos y no tanto. Como el servicio “autorizado” de taxis es muy caro, hay más de uno que negocia con otro transportista “independiente” que después “le mete el diente” de manera feroz. Si el turista llama a Uber corre el riesgo de que un “tránsito” le imponga un parte o quite la placa al vehículo o que otros taxistas asalten al operador del servicio privado.

Entre la gran cantidad de personas en la salida del aeropuerto hay más de uno que se especializa en carterismo, robo de equipaje u otros timos y crímenes. Si alquilan vehículos, hay empresas que les venden seguros que no necesitan y les ofrecen con entusiasmo “upgrades” que implican costos adicionales y no contemplados.

Cuando al fin logran “escapar” del aeropuerto pueden disfrutar del país y de todo lo que ofrece. Sin embargo, siguen los peligros. Hay grupos organizados que roban pasaportes, que “gemelean” tarjetas de crédito, y que hurtan celulares, cámaras, y equipo electrónico. Los pasaportes se venden por miles de dólares en otros países, las tarjetas “gemeleadas” de repente aparecen realizando compras en California o Italia o cualquier otro punto lejano, mientras que los equipos se “empeñan” o se venden para comprar droga.

Cuando el turista finalmente llega a alguna playa y logra ponerse su vestido de baño y comprar una cerveza bien helada, todo cambia cuando el salonero le dice “pura vida” con una sonrisa en los labios. El viaje largo, las carreteras malas y sin señalización, el mal trato en el aeropuerto, y el tipo de cambio abusivo pasan al olvido y por los días que quedan lo pasa bien. El tico y su forma de ser “salva la tanda.”

Cuando regresa al aeropuerto para enfrentar largas filas de salida en Migración (el sistema se cae a menudo) y más molotes en general, se ríe y toma todo como parte de lo folclórico del país.

cdenton@cidgallup.com

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