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Primer año de Gobierno II

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 24 abril, 2015


Sinceramente
Primer año de Gobierno II

¿Cómo gobernar un país con personas inexpertas en la vorágine de la administración pública? ¿Cómo lograr un cambio cuando no se poseen planes, ni programas y menos una gran estrategia de país y las convicciones en el gabinete son heterogéneas?
¿Cómo evitar la oposición si se ataca a los principales partidos, lo que lleva a generar y exacerbar diferencias? ¿Qué agenda común puede negociarse cuando se carece de una agenda básica propia y no se busca consenso?
Debilidad política es la expresión de la limitación vivida en el primer largo e infructuoso año de gobierno, junto a una pésima comunicación.
Este primer año se ha malgastado de manera lastimosa. Es el mayor desperdicio de caudal político que haya visto en mi vida. De los proyectos aprobados por la Asamblea Legislativa en esta legislatura solo una muestra ínfima fue iniciativa de gobierno. Los dos principales logros de la administración son proyectos, alguno de ellos iniciado desde la Administración trasanterior.
¿Hacia dónde vamos? ¿Cuándo veremos soluciones propuestas para los grandes problemas de país? Costa Rica enfrenta a las dificultades de infraestructura para hacer del nuestro el más competitivo, a las de educación pertinente para superar el desempleo y cerrar la brecha de miseria y de pobreza, de simplificación de la tramitología para reactivar la actividad económica y promover la inversión, de crecimiento de la economía, de construcción de vivienda popular para 180 mil familias que esperan sin paciencia.
Costa Rica se enfrenta a problemas de déficit fiscal, de pensiones y privilegios, de captación de la inversión extranjera a través de planes de mejora de nuestra competitividad, de justicia pronta y cumplida, de capacidad de las cárceles, de seguridad ciudadana y de lucha contra el narcotráfico, de aseguramiento de nuestras fronteras y de nuestra integridad territorial, de devolver confianza y crear las bases de consenso, de reforma del Estado para evitar duplicaciones institucionales y de gasto y desperdicios.
Nada de esto percibo en una agenda clara de gobierno, nada de esto tiene el ímpetu de un liderazgo personal entusiasta y vigoroso.
Gobernar sin tener más que una diminuta fracción legislativa es tarea de componedores y de consensos no de agresores. Gobernar sin una fuerte mayoría es una lucha de diplomacia, concertación y permanente negociación política, no iniciar un pleito por día. Buscar el consenso social peleando contra los medios de comunicación colectiva amenazándolos, es no conocer de la misa la media de la destreza de gobernar.
Gobernar es escuchar al pueblo, conocer sus necesidades y consensuar las soluciones. Gobernar no es un asunto político de destruir a algunos a la brava sino de construir juntos con gusto y con confianza. También es asunto de escoger aliados políticos y colaboradores diestros que piensen parecido y actúen de manera congruente. Gobernar es fortalecer la democracia y la justicia social, nunca andar de buscapleitos. Gobernar es un arte sutil de persuasión, nunca un atropello. Gobernar es una sintonía con la idiosincrasia del país y con los objetivos sociales de la comunidad. Gobernar es educar, es persuadir, jamás imponer o amedrentar.

Emilio R. Bruce
ebruce@larepublica.net

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