Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 24 agosto, 2012
La superioridad de Tigres sobre Alajuelense fue manifiesta.
El partido retrató y reflejó lo que todos sabemos y nos cuesta reconocer, que el fútbol mexicano es muy superior al costarricense.
No interesa si haya sido con titulares o suplentes; con reservas o juveniles, los futbolistas de Tigres dieron una lección de fútbol moderno, práctico y simple, frente a una Liga emotiva, apresurada, acelerada, confusa, cuyo director técnico le dio a la confrontación tanto relieve, que terminó por llenar a sus discípulos de una ansiedad que limitó las ideas.
Por lo acontecido en el prólogo del juego, pareció que Oscar Ramírez iba a un partido de 30 minutos y Ricardo Ferreti de 90.
El entrenador de Tigres sabía lo que tenía entre manos; sabía cómo se podía desarrollar la confrontación y preparó a sus discípulos —solo tres de su oncena estelar—, para jugarlo al ritmo de su conveniencia.
El estratega local quiso ganar el partido en el arranque; se desesperó por hallar un gol tempranero que le asegurara una cuota de tranquilidad y fue tal la ansiedad que enseñaron sus discípulos por abrir el marcador, que cuando lograron la meta con el gol de Diego Calvo, en ese preciso momento el equipo se desinfló.
A la Liga la prepararon para meter un gol tempranero, pero no para ganar el partido; menos para sostenerlo, de ahí que los mexicanos, recibido el contraste, rápido se agruparon, empezaron a tocarla, a pasarla de pie a pie, delicia para el espectáculo y una avalancha ofensiva contra la retaguardia eriza, presagió lo peor.
Patrick Pemberton salvó metralla y sin embargo fue perforado en una de las acciones más inofensivas de la visita, que luego hizo el segundo aprovechándose de un yerro repetitivo desde épocas prehistóricas de nuestros defensores y que nos ha costado hasta mundiales, cuando primero piden el fuera de juego y después marcan (ya muy tarde), cuando debe ser al revés. Mientras los defensas de la Liga y Pemberton levantaban su mano pidiendo milpa, Tigres les metía el segundo en la nariz del portero.
El 2-2 final de Valle, parece que solo retardará la agonía; de nuevo la Liga no dio golpe de autoridad en su patio donde debió ser contundente y por lo visto antenoche, será asunto de morir con las botas puestas en Nuevo León.
Sobra decir, más que advertir, que la lujosa presentación de Tigres y su superioridad, no reflejada en el marcador, es pésimo presagio para el Costa Rica-México del 7 de setiembre.
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