No solo de postres se puede vivir
Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 23 mayo, 2008
Luis Alberto Muñoz
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Luego de la Segunda Guerra Mundial, muchos países europeos recordaron la lección de tener que sembrar para comer. Esto podría explicar hoy la fuerte tendencia de subsidios a la agricultura, a pesar de los intentos fallidos de la Unión Europea por reducirlos.
Resulta que el agro además de generar empleo, principalmente en zonas rurales, protege ante las turbulencias externas, ya sea especulación, escasez, recesiones o guerras.
Entonces, ¿por qué Costa Rica decidió concentrarse más en la producción de postres para la exportación, en lugar de sembrar alimentos para abastecer su propio mercado?
Resulta claro que la historia de la región está marcada con la llegada de las empresas extranjeras para la producción de banano, que de paso inspiraron novelas como “Mamita Yunai” de Carlos Luis Fallas y de otros autores latinoamericanos incluido Gabriel García Márquez.
El punto es que la mayor parte del desarrollo de la agricultura local fue con el propósito de la exportación.
Por otra parte, de manera artesanal lograron a través del tiempo subsistir pequeños productores, cuyos alimentos en mayoría se encuentran en las “ferias del agricultor”, como reminiscencias de los experimentos por crear una descentralización que luchara contra la mordaz comisión de los intermediarios.
Décadas atrás el istmo recibió apoyo de ideologías externas para impulsar a los agricultores, este fue el caso del “crecimiento hacia adentro” promovido por la Comisión Económica para América Latina.
Sin embargo, estos ensayos culminaron en los 80 por los problemas de deuda externa y se volvió a promover la idea de comprar a quien produce más barato a nivel mundial.
A pesar de que la marea ha ido trayendo y llevando modas pasajeras, ahora resulta que la amenaza es real, el hambre y las distorsiones en los mercados alimentarios están pasando una cara factura al mundo.
Costa Rica, por ser geográficamente y demográficamente pequeña, goza de una relativa ventaja para reaccionar.
Solo del 2000 al 2007 la cantidad de hectáreas sembradas de arroz en el país se redujo de 68 mil a 48 mil, mientras el área de siembra de frijol cayó un 50%.
En ese mismo periodo se incrementó de 12 mil hectáreas de piña a 38 mil.
Ya no es un asunto de ideologías o literatura sobre explotación del hombre, si el país no empieza a sembrar más granos básicos enfrentará serios problemas de hambre.
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