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Los 20 años de don Pepe

Nuria Marín nmarin@alvarezymarin.com | Lunes 14 junio, 2010



Creciendo junt@s
Los 20 años de don Pepe

Corría el mes de junio de 1990 y como familia nos aprestábamos a viajar a Boston para cursar nuestros estudios de posgrado. Recuerdo sentir intensas y contrastantes emociones. Por un lado un nervioso sentido de expectación ante la maravillosa y retadora oportunidad; por la otra, el dolor ante la temporal separación de familiares y amigos.
Lejos estábamos de pensar, en que a pocas horas de nuestra partida, le daríamos un último adiós a una persona tan querida y admirada como el querido don Pepe. Me resultaba un tanto paradójico y nostálgico el que volábamos justamente al alma mater que muchos años atrás le había recibido.
Han pasado 20 años desde su partida y no podemos menos que recordar como un justo homenaje, que mucho de lo bueno que los costarricenses tenemos hoy es fruto de la visión, pasión y liderazgo de quien fuera la más importante figura costarricense del siglo XX.
En momentos en que América Latina debate sobre las inconveniencias de una carrera armamentista en la región así como la cara factura en menor inversión social que representan los millones de dólares en compras de armamentos, podemos recordar con orgullo cómo gracias a la vocación demócrata de don Pepe, Costa Rica se convierte en el primer país del mundo en abolir el ejército.
A pocas semanas de celebrar el sexagésimo aniversario del primer voto de las mujeres, hemos de recordar que fue gracias a la Constitución Política de 1949, que finalmente se hizo justicia al 50% de la población al concedernos el derecho de elegir y ser elegidas bastiones sine qua non de nuestra condición de ciudadanas.
Don Pepe sirvió al país en tres ocasiones y gracias a su liderazgo y visión solidaria para el mayor número tomó la valiente y pionera decisión de nacionalizar la banca y hacer del acceso al crédito una poderosa y democrática herramienta de prosperidad.
Durante sus gobiernos se crearon valiosísimas instituciones que llevaron desarrollo y bienestar a todo el territorio nacional, tan vigentes e importantes hoy para nuestro país como lo fueron en sus albores: el ICE, el INVU, el IFAM, el IMAS y el INCOP, entre otras.
La entrega del antiguo Cuartel Bellavista a las escuelas y la cultura sería apenas un pequeño anticipo de su visión humanista e integral plasmada en aquella frase célebre: “Para qué tractores sin violines.” Gracias a don Pepe se creó el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes y se fundó la Universidad Nacional.
En la mayoría de las oportunidades a don Pepe se le reconoce por lo que hizo, pero se deja a un lado otra importante cara de la moneda: lo que no deshizo. Luego de la Guerra Civil del 48, enfrentó incluso a muchos de sus partidarios en armas, al decidir respetar las garantías sociales aprobadas años atrás por sus adversarios políticos.
En el vigésimo aniversario no podemos menos que decir: ¡Gracias, don Pepe!

Nuria Marín

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