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Libertad de prensa y linchamiento mediático

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 13 octubre, 2017


Sinceramente

Libertad de prensa y linchamiento mediático

La libertad de prensa es el cimiento de la democracia. La libertad de prensa junto a la de palabra y pensamiento son las bases del ejercicio de las libertades en una república liberal. Resultan ambas tan trascendentales para el funcionamiento de nuestras libertades que Voltaire proclamó en su momento: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.

Para los liberales la libertad de expresión del pensamiento y la libertad de prensa son dos caras de una misma moneda, el ejercicio libertario de derechos del hombre en su medio social. Es así como estas libertades en la Costa Rica independiente desde el siglo XIX han sido los guardianes de nuestra libertad y nuestra democracia. Sin ellas, muy diferente habría sido nuestra historia republicana. Don José María Castro Madriz, un prócer, señaló en su momento que a pesar de los ataques feroces recibidos de la prensa nacional, prefería por nuestra democracia que hubiese tal libertad a que esta fuese reducida.

El Estado liberal se fundamentó en la búsqueda y la protección de la libertad en todas sus facetas y suya fue la “revolución de la libertad” en contra del despotismo, del totalitarismo, en contra de quienes desearían que solo sus opiniones se escucharan y jamás se publicaran las de sus adversarios.

En nuestros días en las redes sociales los “troles” o gatilleros electrónicos buscan acabar con todo vestigio de opinión independiente. Quienes combaten al “neoliberalismo ferozmente” y buscan silenciar o desacreditar a los interlocutores de la libertad, persiguen amedrentar, acabar con la libre emisión del pensamiento, suprimir legitimidad en quienes les adversan insultando, amenazando, lanzando improperios o externando las más variadas mentiras y procacidades.

Muchos de estos personajes, valiéndose de la libertad de prensa y desde los medios de comunicación colectiva, abusan de esa libertad fundamental, buscando a su vez el descrédito y la destrucción de la clase política legítima y democrática del país. Usan las libertades para tratar de destruir las libertades. Usan las libertades no para encontrar la justicia o el bien sino para causar daño a sus adversarios.

Los medios no han estado exentos de abusos tampoco. Los ciudadanos hemos estado muy satisfechos de la lucha contra la corrupción pero pareciera que dicha lucha tiene un sesgo en beneficio de algunos. De la misma manera los medios han transformado su función de difusión de prensa y de vehículos de expresión del pensamiento para transformarse en algo así como un ornitorrinco. Los medios en algunos momentos se han dedicado a usurpar las funciones de fiscales, jurados, cortes de apelación y de verdugos, todo en un acto. Hay que entender que los medios no son imparciales en su opinión y que tienen bandería política. Lo mismo sucede con los linchamientos y el sesgo observado.

Los medios también han desarrollado una feroz campaña en contra de los titulares legítimos de los poderes del Estado electos por el pueblo. ¿Quién los ha elegido a ellos? Nadie. ¿Quién les ha otorgado la función de fiscales, tribunales, cortes de apelación y de verdugos? Nadie. Esto ha sido una acción de hecho, no una designación que cuente con legitimidad institucional.

La libertad de expresión es fundamental para la democracia. Los linchamientos mediáticos y la sustitución de los juzgados y el debido proceso por los medios sesgados son profundamente destructivos de la institucionalidad. Los encarnizados juicios mediáticos sin aprobación institucionalidad en los que inocentes son mezclados con culpables y el “daño colateral” es sufrido por los inocentes resultan socialmente repudiables.

¿Se justifica acaso destruir vidas inocentes simplemente por perseguir adversarios o verdaderos delincuentes? Muchas de esas acusaciones han sido hechas buscando causar daño, nunca impartir justicia. El interés político en los linchamientos mediáticos es central.

Los medios han buscado sustituir a los estrados y al debido proceso. Han buscado sustituir el principio de la presunción de inocencia por el de la presunción de la culpabilidad. La rehabilitación de los inocentes linchados no recuerdo que se haya dado jamás.

El monopolio de la acción penal es de los fiscales y del Ministerio Público no de la prensa. ¿Quién sustituyó la formalidad por el linchamiento? Lo malo ha sido que la inacción de dicho Ministerio ha dado el espacio para que los abusos se ejecuten en el vacío dejado por la fiscalía. Así muchos defienden los linchamientos y atacan a los tribunales, porque las personas están ávidas de justicia, de cero tolerancia ante el delito, cero disimulo, cero impunidad de los delincuentes.

ebruce@larepublica.net

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