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COLUMNISTAS


III. Focalización de los programas sociales

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 22 octubre, 2018


III. Focalización de los programas sociales

Seamos valientes y construyamos justicia y bienestar

La falta de focalización, de coordinación y de evaluación de nuestros programas sociales son problemas con vieja historia.

El Informe de Desarrollo Humano 1991 del PNUD incluye un análisis del gasto público en el sector social en 1988. Ese estudio revela que Costa Rica, por falta de adecuada priorización del gasto social, requiere mantener un gasto público alto con respecto al ingreso, y un gasto social alto respecto al gasto total, para alcanzar niveles aceptables en desarrollo humano. A esta alternativa el informe la señala como un camino ineficiente.

En algunos aspectos hemos mejorado en este campo en los 30 años transcurridos. Pero aún es preciso mejorar sustancialmente la administración de los programas sociales para lograr un aumento del crecimiento económico compartido que nos permita construir justicia y bienestar. Así lograríamos disminuir la pobreza, el desempleo, la desigualdad y la informalidad.

La focalización es necesaria respecto a programas específicos para los pobres que por solidaridad y justicia —frente a sus carencias— merecen un trato privilegiado. Pero ciertamente ello significa un incremento en el costo de administración de esos programas y además no debe ser motivo de deterioro de la calidad de los programas universales como la educación y la salud.

Los programas sociales pueden ser fácilmente depredados por intereses clientelistas, por la corrupción o por la inercia y la ineficacia.

El estudio efectuado por Juan Diego Trejos del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica (IICE) para FODESAF en 2016 señala, con base en las encuestas de hogares, que en los programas de becas el 48% de los beneficiarios no son pobres, en los programas de alimentación de los CEN CINAI un 43% no lo son, en los comedores escolares un 59% no son pobres, 45% de las ayudas del IMAS van a no pobres, 66% de los beneficiarios del bono de vivienda no son pobres y un tercio de las personas que gozan de pensiones del sistema no contributivo tampoco son pobres. Los dos programas con mejor focalización son el de salud de asegurados por cuenta del Estado que es dirigido en un 66,5% a familias pobres, y el de pensiones no contributivas pues dos tercios de ellas llegan a pobres.

No es que los recursos sean suficientes para logar una cobertura total en todos los campos. Si se dedicase todos los recursos íntegramente a cubrir la población pobre solo serían suficientes en los programas de Comedores Escolares (incluso podrían cubrir toda la población vulnerable), en el caso de las pensiones no contributivas y respecto a los bonos de vivienda si se hubiesen dedicado siempre de esa manera (incluso habrían permitido cubrir un 70% de pobres y vulnerables en vez de un 38%)

Es necesario señalar que comparado con otro estudio del mismo autor con datos de 2008, se ha producido un aumento en la focalización en todos los campos. Pero queda amplio camino por recorrer.

Para evitar esos desvíos es preciso contar con herramientas que identifiquen objetivamente a las familias pobres a las cuales van destinados los recursos. En el pasado eso se hizo con el SISBEN (1991) que llegó hasta su aplicación experimental y luego con el SIPO (Sistema de Identificación de la Población Objetivo) en el 2000, pero su uso no fue continuado, la base de información no se actualizó y no hubo interés ni en renovarla ni en aplicarla a todos los programas sociales focalizados. Ahora se cuenta con el Sistema Nacional de Información Social y Registro Único de Beneficiarios creado por la Ley No. 9137 de iniciativa de doña Gloria Bejarano, que se debería aplicar a todos los programas que van a las familias pobres, sin excepción.

Los EBAIS son un instrumento que podríamos usar para mantener al día la información sobre las familias que deben recibir los beneficios de los programas sociales. A la par de usarlos también para hacer llegar a esas familias ayuda directa en las tareas de estimular la actividad y la vida emocional de los bebés y así asegurar el adecuado desarrollo de sus capacidades cerebrales.

También las organizaciones del voluntariado comunal podrían dar apoyo para asegurar que no queden familias pobres sin ser cubiertas por los registros del Sistema Nacional de Información Social y Registro Único de Beneficiarios.

De esta manera sacaríamos mucho mejor provecho de los recursos destinados a disminuir la pobreza y avanzaríamos en justicia social. 





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