Gastar o no gastar
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 21 enero, 2009

Carlos Denton

Es refrescante y educativo cuando se formulan diferencias claras y contundentes entre líderes políticos que pudieran guiar el destino del país en el futuro, especialmente en un año electoral como es 2009. No es nuevo este debate sobre el papel del Estado en mantener la estabilidad económica —el inglés John Maynard Keynes postuló que en una recesión económica el gobierno debería aumentar lo que gaste, aunque no lo tuviera, para dar trabajo y estimular la producción. Después, en épocas de bonanza, el gobierno debería recortar sus erogaciones para repagar sus deudas y evitar el crecimiento de la inflación, entre otros desafíos comunes de una época de “vacas gordas.”
El argumento más fuerte en contra de la tesis de Keynes es una de voluntad política —cuando un gobierno se acostumbra a gastar lo que ha obtenido fiado, es difícil que recorte el gasto cuando llega la época de bonanzas. Siempre hay presiones políticas en contra de los recortes de programas, y a favor de aumentar o constituir nuevas necesidades. Un ejemplo de esto ha sido la administración de George Bush, que terminó ayer. Heredó una economía fuerte, y más bien recortó ingresos al fisco bajando impuestos, y aumentó gastos de manera sin precedentes. Costa Rica, con su economía pequeña y relativamente débil, no se puede comparar con el coloso del Norte, pero la costumbre de gastar lo que no se tiene es algo que comparte el país con los Estados Unidos.
Comparto con el gobierno la idea de que este no es el momento de aumentar impuestos; quitaría dinero del bolsillo del habitante precisamente en un momento en que más lo necesita. También considero que es indispensable un aumento fuerte en el gasto en obras públicas, con fondos internacionales ya ofrecidos al país —carreteras, puertos, escuelas, hospitales y por supuesto un estadio nacional nuevo—, estas erogaciones ayudarán a mitigar la merma en la construcción privada que está viviendo el país.
Después de mayo de 2010, el gobierno nuevo tendrá que revaluar lo que quiere hacer en cuanto a ingresos y gastos. Mucho dependerá de la situación económica en que se encuentre la nación. Pero tarde o temprano se tendrá que repagar los préstamos internacionales y reevaluar los programas estatales que pudieran ser superfluos. También tendrán los habitantes que aportar más al fisco para cubrir lo que se gasta ahora. El éxito de esas acciones dependerá del temple de los líderes elegidos para guiar el país en el próximo periodo. Se necesita implementar las dos partes de la fórmula de Keynes o el país correrá el riesgo de terminar en “default,” como ha sido el caso con Ecuador o Argentina. Lo malo es que esos tienen poco para demostrar por todo el endeudamiento.
cdenton@cidgallup.com
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