Estados Unidos enfrentaría cambio climático como la II Guerra Mundial
Bloomberg | Viernes 09 septiembre, 2016
Imaginen un futuro donde un clima abrasador agota los recursos naturales del planeta, sequías provocan hambrunas y los niveles del mar en aumento inundan ciudades costeras.
Para un modelo de cómo lidiar con la inmensidad de estas escaseces inducidas por el clima, miren a la generación de sus abuelos.
Esa es la premisa de un nuevo artículo de la Oficina Nacional de Investigación Económica de Hugh Rockoff, un profesor titular de economía de la Rutgers University quien hace un paralelo entre los efectos del calentamiento global y el déficit de provisiones durante la Segunda Guerra Mundial.
Entonces, ¿qué deberían hacer los diseñadores de las políticas de Estados Unidos para llevar a cabo políticas similares a las que lo llevaron a la victoria en 1945? Un inmenso gasto gubernamental en infraestructura y tecnología.
Para ganar la Segunda Guerra Mundial, la economía tuvo que ser rediseñada para crear aviones y tanques junto con (o en lugar de) máquinas lavadoras y coches, mientras que al mismo tiempo desarrollaban nuevas tecnologías, como la bomba atómica. El gasto gubernamental —a menudo en forma de contratos de costo más margen a las compañías privadas de minería y fábricas que evitan riesgos— escaló a cerca de un 43% del PIB de Estados Unidos en 1943 y 1944.
Solo el Proyecto Manhattan —que desarrolló las primeras armas atómicas durante la Segunda Guerra Mundial— costó cerca de $157 mil millones de hoy en día, según uno de los estimados de Rockoff. Enfrentar el cambio climático involucrará proyectos igual de ambiciosos, quizás plantas solares a gran escala o reacomodar a comunidades completas de áreas ambientalmente vulnerables. Si el Gobierno buscara tener un rol igual de importante al de esa época, esta vez para fortalecer una economía más ecológica, podría hasta duplicar el gasto de 2015 para recién acercarse a los niveles de la Segunda Guerra Mundial.
La creación de empleo es otro factor. El masivo impulso a la construcción y producción durante la guerra significó que había mucho trabajo dando vueltas —en conjunto con el reclutamiento militar— así que los números de estadounidenses desempleados llegaron a casi cero. Una guerra al cambio climático requeriría personas que construyan una red de energía limpia y desarrollen nuevas tecnologías para lidiar con el cada vez más volátil clima.
La Segunda Guerra Mundial también sirve de ejemplo de cómo las regulaciones se usaron para dirigir la actividad económica. El Gobierno podría priorizar ciertos tipos de producción, o por lo menos impulsar artificialmente los precios de bienes y servicios necesarios para compensar el cambio climático, así como también ejercer control de viviendas y arriendos en áreas donde las personas se mudarían para realizar trabajos amigables con el medio ambiente.
Para estar seguros, el esfuerzo de Estados Unidos durante la guerra duró cuatro años, mientras que manejar el calentamiento global es una lucha sin fin en la mira así que cualquier plan económico debe ser sostenible en el largo plazo. Pero Rockoff sí ve más allá del desastre y la miseria alrededor del debate climático para impulsar formas innovadoras de pensar en cómo se puede enfrentar el desafío medioambiental.