Es muy difícil ser grande
Tomas Nassar tnassar@nassarabogados.com | Jueves 23 octubre, 2008
VERICUETOS
Es muy difícil ser grande
Tomás Nassar
Me encontré con Daniel y su papá, un buen amigo de muchos años, uno de estos días, por casualidad.
Comencé la típica conversación que los viejos solemos tener con los niños, asumiendo el papel tradicional mezcla de interrogador policial y payaso de circo. No sé por qué, a cierta edad, los adultos intentamos establecer el diálogo con los más pequeños basados en las falsas premisas de que los niños nos tienen que contar todo lo que piensan de su corta vida y de su largo futuro, y de que nuestras tonterías, muecas y malabares les tienen que parecer simpáticos.
Por supuesto que no podía faltar la cuestión medular del protocolo de interrogación roco-carajillo: “¿qué vas a hacer cuando seas grande?”
Si han hecho esa pregunta a un pequeñito, en estos últimos años, sabrán de lo que hablo.
¡Cómo cambian los tiempos! Olvídenlo. Parece que en 15 ó 20 años la característica global será una absoluta inopia de policías, bomberos y maestras, la máxima ambición infantil de aquellos años. La cosa es mucho más sofisticada ahora: “quiero ser astronauta, como Franklin Chang”; “ingeniero en informática”; “estudiar telemática”; “investigador en biotecnología”... Manuelillo, el hijo de un colega fue directo al grano: “yo voy a ser millonario”. Se acabaron las palabras.
En fin, parece cierto que la televisión e Internet están dejando rezagadas las ocupaciones que nos ilusionaban a nosotros hace mucho. Hay que tenerlo claro. Ser millonario, contestó Manuel. Más fácil de explicar, imposible.
“Nada”, dijo Daniel. “No quiero ser nada”. Y no se trata de que el muchacho fuera a su edad un moderno rebelde sin causa, enemigo acérrimo del sistema, ni que piensa dedicar su existencia a la contemplación en algún monasterio tibetano, o que aspira dejar su vida en una hamaca bajo una palmera borracha de sol.
Mucho más aterrador. “Es que es muy difícil ser grande”, argumentó. Y de verdad que lo es.
La respuesta del inocente güililla, cargada de candidez y de fatal realismo, me confrontó con una realidad en la que quizás no asimilamos en su verdadera dimensión: ¿cuán difícil será el simple hecho de vivir cotidianamente para nuestros hijos y nuestros nietos, cuando sean grandes?
¿Nos estaremos preocupando demasiado por pasar nosotros la página del día a día sin que nos inquiete lo suficiente descifrar cómo será este planeta dentro de solo diez o 20 años?
Danielillo tiene razón. Es muy difícil ser grande. Es complicado tener que enfrentarse rutinariamente a los excesos que hemos producido nosotros mismos. Es muy complejo salir cada mañana de la casa sin saber si uno va a volver; lo es la incertidumbre que genera la situación económica mundial; el drama del calentamiento global y la indiferencia con que asistimos al exterminio del planeta; el precio de los alimentos; el odio y la intolerancia; el azote de las drogas; la corrupción y la indolencia de los gobernantes; la falta de sensibilidad y de solidaridad con los pobres.
Tiene mucha razón Daniel. Ser grande es muy difícil.
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