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EN DEFENSA DE LOS HUMEDALES

Esteban Arrieta earrieta@larepublica.net | Miércoles 05 enero, 2011


EN DEFENSA DE LOS HUMEDALES

Con el disgusto que producen las palabras que se guardan aunque deberían soltarse a viva voz, he dejado pasar los días dando seguimiento a los acontecimientos y el posible desenlace al abuso extremo del Gobierno de Nicaragua; la paciencia y el optimismo comienzan a defraudarnos y nos embarga la amargura de pensar que la invasión de la soberanía y el daño ambiental ocasionado por la ocupación de la Isla Calero puedan pasar inadvertidos a los ojos del mundo.
Coincidimos con el gobierno en la ruta del diálogo y de apelación a las instancias competentes que se supondría tomarían las acciones del caso, pero con desilusión ya vimos la Insulza respuesta internacional.
La Isla Calero pese a su gran valor en biodiversidad, no vale bajo ningún sentido la vida de un solo costarricense, pero considero que sí requerimos acciones más contundentes. El país no puede seguir en la “indefensión” y atenidos a que otros vengan a salvarnos en este tipo de situaciones. No podemos seguir sintiéndonos intimidados y ofendidos y debemos buscar la manera para que esto nos sirva de ejemplo y que en el futuro no nos “agarren descuidados”. La vía es quizá que Costa Rica al igual que lo hace Suiza, empodere a su policía para que asuma con las condiciones propicias su rol de fuerza de seguridad. Este es un tema, que nos motiva a considerar para el próximo año la convocatoria a un encuentro nacional, que produzca las recomendaciones necesarias para encontrar cuál es el camino más adecuado y acorde con el sentir y la forma de pensar del costarricense.
Sobre el daño ambiental, muy a mi pesar pienso que es causa perdida pues ya no vamos a recuperar la destrucción de humedales en la Isla Calero, lo que representa una pérdida millonaria si tomamos en cuenta que según el cálculo de los expertos, una hectárea de humedal destruido, tiene un costo e impacto de dos millones de dólares en el ambiente.
Los humedales son los sistemas más amenazados y frágiles de Costa Rica, allí se encuentra el alimento, el nido o el refugio de muchas aves acuáticas, varias de ellas en peligro de extinción, así como peces, ranas, cocodrilos, tortugas y mamíferos que dependen directamente de este ecosistema. Isla Calero forma parte del Refugio de vida silvestre Barra del Colorado, un sitio protegido por la Convención Ramsar, que se encarga de vigilar los humedales más importantes del mundo.
En estos momentos Costa Rica tiene la obligación de demostrar ante el mundo que sus leyes de conservación de biodiversidad funcionan y son aplicables en todos sus ámbitos.
Espero que lo podamos lograr, pero mientras tanto lo que nos queda a quienes estamos comprometidos genuinamente con el ambiente es fortalecer nuestros esfuerzos e inversión en preservar los tesoros naturales que tenemos. En ese sentido comparto mi gratificante experiencia de conservación en Rancho Humo, una reserva privada en la que hemos recuperado más de 800 hectáreas de humedales con el propósito de ayudar a preservar un mejor planeta para las actuales y futuras generaciones.
Insto a otros empresarios e inversionistas privados a que demos el ejemplo y tomemos las acciones que sí están en nuestras manos. Ahora es el momento de contribuir a elevar el prestigio de Costa Rica en materia de conservación, tomemos esta bandera y actuemos, o de lo contrario solo seremos espectadores pasivos viendo como violentan nuestra soberanía y destruyen ese 7% del territorio nacional que es humedal.

William J. Salom
Presidente del Grupo Interamericano de Costa Rica y Panamá
Fundador del Instituto Politécnico Internacional
Fundador de la Universidad Interamericana de Costa Rica y Panamá
Williamj.salom@grupointeramericano.ws





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