En carreta y gritando
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 24 julio, 2018
Reflexiones
En carreta y gritando
En el marco de la revolución industrial 4.0 que tenemos en frente, resulta un derroche público innecesario incentivar a las empresas con el pago parcial de sus impuestos o con subsidios directos a los precios, para poder atender sus costos, más allá de sus primeros diez años. Las empresas que luego de diez años no han logrado superar esa etapa de nacimiento y desarrollo, deberían desaparecer del escenario económico, son tanto o peor lastre para la economía que los pensionados de lujo o los políticos corruptos de que tanto nos quejamos.
Los empresarios incompetentes e incapaces de desarrollar negocios que permitan una rentabilidad razonable y su contribución a la sociedad deberían dejar espacio a otros emprendedores jóvenes, que deseen y puedan afrontar dichos desafíos con éxito. Es totalmente injusto tener cargadas al presupuesto nacional o peor aún, al bolsillo de los consumidores, empresas que año a año le quitan al Estado muchos recursos por subsidios odiosos que llevan décadas de recibir y que siguen año a año pretendiendo cobrar. Se trata de sentido común, la sociedad debe dejar de subsidiar a empresarios incompetentes y asignar los recursos en aquellos lugares donde se reciba el mayor beneficio social y económico para el país.
Los subsidios del Estado a las empresas deberían darse para incrementar su competitividad auténtica, aquella cuyo principal objetivo es la innovación, la diferenciación, el aumento de su valor agregado. Empero, el componente más importante de dichas innovaciones es el conocimiento científico y tecnológico. Es por eso por lo que, si el Estado de verdad quiere subsidiar al sector empresarial, ya sea este de economía solidaria o social, se trate de empresas nacionales o extranjeras, debe darse en el marco de una mayor inversión de las empresas en sus capacidades científico-tecnológicas y el desarrollo del conocimiento. Es intolerable que se siga subsidiando el no pago de impuestos, eso debería traducirse en una inversión o reinversión de capital en mayor conocimiento y tecnología para las empresas. Subsidiar a empresas para que las utilidades terminen en el bolsillo de los empresarios no tiene ningún sentido económico y es un sinsentido social.
Algunos costarricenses han venido cuestionando el gasto en educación y salud por sus resultados, diciendo que debemos pedir mejores resultados de la inversión hecha en dichos rubros. Creo que tienen mucha razón y sentido común, al decir estos mensajes. Sin embargo, también debemos pedirle al Estado que coteje lo entregado en exoneraciones de impuestos, subsidios que suman alrededor de siete puntos porcentuales del PIB, respecto de sus resultados. ¿Será necesario que una empresa de zonas francas lleve tres décadas subsidiada?, muchas veces cambiando de razón social para pasar de una a otra generación de incentivos. ¿Será necesario seguir subsidiando a los empresarios del sector turismo? o solamente a los emprendedores jóvenes de nuevas iniciativas turísticas. ¿Será necesario subsidiar a todas las cooperativas existentes? o tal vez, solamente a las nuevas emergentes, dejando a las grandes y consolidadas empresas con otros esquemas y no con la cantidad exorbitante de subsidios y exoneraciones existentes. Todos estos temas deben estar en la palestra ante una discusión que quiere imponerles impuestos a los más débiles o en actividades de bien común, como la educación o la salud pública.
Al igual que nos da mucho enojo el pensar que alguien reciba una pensión superior a los ¢5 millones al año, que tengamos personas pensionadas desde los 55 años o que se ganen una millonada, por casi no hacer nada. También, debemos tener conciencia de que existen muchos pasajeros gratis en el sector empresarial, reportando cero ganancias al final del año o pérdidas, trabajando sin pagar el seguro social o las normas básicas de salario mínimo a sus empleados, operando con total descontrol de sus efectos al medio ambiente.
No me malinterpreten quienes hoy son empresarios de buen comportamiento y que están al día en sus contribuciones a la sociedad, es lo mínimo que deberíamos pedirles a todos. El sector empresarial costarricense necesita de ustedes para generar riqueza, de su capacidad y de su emprendedurismo dependen muchos costarricenses, pero algunas veces tenemos empresarios que van como los chanchos, “en carreta y gritando”, a esos empresarios quiero decirles hoy, móntese al bus, pero pague su pasaje. Cuidado con terminar matando la gallina de los huevos de oro, por no escuchar a tiempo y contribuir también ustedes, un poquito más con el Estado, del que todos somos parte.
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