El frío no está en las cobijas
Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 09 julio, 2009
De cal y de arena
El frío no está en las cobijas
Un Estado plagado de funcionarios indulgentes y hasta alcahuetes, puede resultar una carga más grave y peligrosa que la que crearía una administración de incompetentes. La incompetencia puede corregirse con programas de capacitación que corrijan el problema; lo otro entraña un problema de mayor hondura, de más difícil corrección pues tiene que ver con la carencia del sentido de responsabilidad que se debió inculcar en el hogar y en la escuela, y hasta con una deformación moral de complicada remoción. ¿Por qué desde el Estado costarricense se yerra con contumacia en la gestión de los contratos de concesión de obra pública? Me es difícil compartir la generosa creencia del editorial de LA REPUBLICA del pasado 27 de junio, de que nuestro país “no ha aprendido” a negociar ni a elaborar contratos ni a supervisar las concesiones de obra pública. Lo que arrojan los expedientes de la remodelación del aeropuerto Juan Santamaría, de la construcción de la carretera Escazú-Caldera y del colapsado contrato para la vía El Coco-San Ramón, es otra cosa. Es una penosa constelación de errores y omisiones al elaborar el cartel de licitación, a lo largo del proceso de inspección y a la hora de ejercer las potestades punitivas, difícil de atribuir a fallas de aprendizaje. ¿No aprendió el gobierno a negociar con el gestor del aeropuerto o no será más bien que sus representantes han sido tolerantes hasta la alcahuetería e indulgentes hasta la negligencia? Es importante precisar cuál es el caso para acertar en el remedio. De repente en todo esto hay un riesgo calculado: el de crear deliberadamente la omisión o el error. ¿Figura concupiscente y hasta delictiva? Por supuesto, algo muy distinto a la resultante de no aprender a negociar.
Aunque sea perfecto, es muy relativo el valor de un régimen de contratos si los funcionarios a cargo de supervisarlo son condescendientes, tolerantes o negligentes. ¿No aprendió el gobierno a fiscalizar al contratista del aeropuerto Juan Santamaría o faltó voluntad política para sancionar hasta con la rescisión contractual sus múltiples incumplimientos? Denuncia el ex ministro de Obras Públicas, Rodolfo Méndez, la complaciente interpretación dada a las reglas de fijación del peaje de la carretera La Sabana-Caldera que ha resultado en un oneroso cobro que no responde al uso efectivo de la vía. Y el diseño de una obra licitada con un cartel basado en una realidad vigente hace varios lustros, nunca adaptado a las necesidades actuales; o la licitación para modernizar la vía en los tramos con más exposición mediática y con más electores, pero dejando lo demás con un recarpeteo apenas para simular, ¿es ineptitud para negociar o es irresponsabilidad para gestionar? ¿Y las sanciones? No las hay. Por eso, los vecinos de Pozón de Orotina quedaron sin acceso a la vía principal y por eso el peaje Escazú-Multiplaza-Escazú vale diez veces más de lo que cobran por igual recorrido en un país donde sí se gestiona responsablemente.
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