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COLUMNISTAS


Compromiso político del Papa Francisco con la paz

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 13 marzo, 2023


Con alegría y agradecidos con Dios celebramos hoy el décimo aniversario del pontificado del Papa Francisco

El primer Papa americano

El primer jesuita electo Papa

El Primer Papa que escoge el nombre del Santo de Asís.

El maestro de jesuitas, el arzobispo que atendía personalmente las villas pobres de Buenos Aires.

El cardenal que en sintonía con el Papa Benedicto XVI presidió la redacción de la histórica declaración de los obispos latinoamericanos en Aparecida.

El Papa que siempre ha sido pastor de su feligresía.

Su papado a mi entender tiene un muy claro eje central: el mandato del amor, que nos llama a todos en nuestra actividad personal a ser “prójimo”, como el samaritano de la parábola, pero que igualmente nos convoca a todos a procurar el bien común.

Esa centralidad de la fraternidad resulta de la vocación a amar y a cuidar a sus feligreses que se manifiesta en todas las acciones de la vida de nuestro Papa.

El Papa Francisco en la Encíclica sobre la fe, Lumen Fidei, que había sido iniciada por el Papa Benedicto XVI nos manifiesta la centralidad de vivir para el amor a Dios y al prójimo, y que la esencia de ese amor es trasmitirlo a todas las personas, es el apostolado, es ser pastor: “Quien se ha abierto al amor de Dios, ha escuchado su voz y ha recibido su luz, no puede retener este don para sí”.

Por eso Francisco es el Papa de la Iglesia en salida, de la Iglesia que busca la oveja perdida, de la Iglesia que atiende a todos, que lleva el mensaje de amor de nuestro Salvador Jesús a todas las personas.

EL Papa Francisco recalca la importancia de nuestra participación como católicos en la construcción del bien común.

Ya en el primer año de su papado la Primera Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (La Alegría del Evangelio) con claridad nos lo indicó:

“182 Las enseñanzas de la Iglesia sobre situaciones contingentes están sujetas a mayores o nuevos desarrollos y pueden ser objeto de discusión, pero no podemos evitar ser concretos —sin pretender entrar en detalles— para que los grandes principios sociales no se queden en meras generalidades que no interpelan a nadie. Hace falta sacar sus consecuencias prácticas para que «puedan incidir eficazmente también en las complejas situaciones actuales» …183. Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos…Si bien «el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia». Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor... “

Y la consecuencia que de ese contundente razonamiento nos comunicá el Papa Francisco desde inicio de su Pontificado es igualmente categórica:

“205. ¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Tenemos que convencernos de que la caridad «no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas». ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres!”

Es su encíclica Fratelli Tutti el Papa Francisco ha refrescado la doctrina social de la Iglesia resaltando la primacía de la fraternidad en las relaciones interpersonales.

No se trata solo del mandato que en conciencia nos impone la fe cristiana de amar a las demás personas como a nosotros mismos.

Se trata, además, de la amistad social sobre la que deben erigirse las instituciones de la vida social que deben promover la cultura del encuentro

En Fratelli Tutti el Papa Pastor parte de que: “61…En el Nuevo Testamento resuena con fuerza el llamado al amor fraterno: «Toda la Ley alcanza su plenitud en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo». «Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está y camina en las tinieblas»

Vivir el amor y no retenerlo solo para uno mismo, es la clave que el Papa Francisco con su vida y con sus enseñanzas nos da para la vida en paz, para que prive la dignidad de cada uno y de todos, para que el diálogo logre construir un progreso inclusivo. “221…Es el auténtico reconocimiento del otro, que sólo el amor hace posible, y que significa colocarse en el lugar del otro para descubrir qué hay de auténtico, o al menos de comprensible, en medio de sus motivaciones e intereses.”

En esa clave de fraternidad el Papa Francisco enmarca su concepción de la paz.

En su mensaje Para la celebración este año de la 56 Jornada Mundial de la Paz nos dice: “nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie puede salvarse solo… es juntos, en la fraternidad y la solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos”.

En su discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede el recien pasado 9 de enero elabora su política para la paz:

“En un tiempo de tanto conflicto, no podemos eludir la pregunta sobre cómo se puedan restaurar los hilos de la paz. ¿Por dónde comenzar?

Para esbozar una respuesta, quisiera retomar con ustedes algunos elementos de la Pacem in terris, un texto extremadamente actual incluso habiendo cambiado gran parte del contexto internacional. Para san Juan XXIII, la paz es posible a la luz de cuatro bienes fundamentales: la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad. Estos son los pilares que regulan las relaciones tanto entre los individuos como entre las comunidades políticas.

Estas dimensiones se entrelazan dentro del principio fundamental «de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y deberes, que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza. Estos derechos y deberes son, por ello, universales e inviolables»

Lo recalca el Papa Francisco volviendo la mirada a San Juan XXIII: hoy como en el dialogo de Sócrates y Trasímaco de hace 24 siglos es la virtud y NO el interés de los poderosos lo que justifica el gobierno y a los gobernantes. La legitimidad la da el derecho natural no la imposición del poder. El poder es para servir.

Verdad

“Construir la paz en la verdad significa en primer lugar respetar a la persona humana, con su «derecho a la existencia, a la integridad corporal», y garantizarle «la posibilidad de buscar la verdad libremente y […] manifestar y difundir sus opiniones». Esto exige «que en todo el mundo se cree un ambiente dentro del cual no sólo los poderes públicos de cada nación, sino también los individuos y los grupos intermedios, puedan con mayor seguridad realizar sus funciones, cumplir sus deberes y defender sus derechos» … “La paz exige que ante todo se defienda la vida”

Justicia

“Construir la paz exige que se busque la justicia” indica el Papa Francisco y se duele del deterioro que ha sufrido la institucionalidad Internacional

“Se puede hacer mucho bien juntos, basta con pensar en las loables iniciativas destinadas a reducir la pobreza, ayudar a los migrantes, contrarrestar el cambio climático, favorecer el desarme nuclear y ofrecer ayuda humanitaria. Sin embargo, en tiempos recientes, los diversos foros internacionales se caracterizaron por crecientes polarizaciones e intentos para que se imponga un pensamiento único, lo que impide el diálogo y margina a aquellos que piensan distinto.”

Solidaridad

“Los caminos de la paz son caminos de solidaridad, porque nadie puede salvarse solo. Vivimos en un mundo tan interconectado que el actuar de cada uno termina por repercutir en todos.

En esta sede, quisiera subrayar tres ámbitos, en los que emerge con particular fuerza la interconexión que une hoy a la humanidad y por los que es especialmente urgente una mayor solidaridad.” Señala el Papa Francisco las migraciones, la economía y el trabajo y el cuidado de la casa común.

Libertad

“Por último, construir la paz exige que no haya lugar para «la lesión de la libertad, de la integridad y de la seguridad de otras naciones, cualesquiera que sean su extensión territorial y su capacidad defensiva». Esto es posible si en cada comunidad no prevalece la cultura del abuso y la agresión, que lleva a mirar al prójimo como a un enemigo al que combatir más que a un hermano al que acoger y abrazar.

Es preocupante el debilitamiento, en muchas partes del mundo, de la democracia y de la posibilidad de libertad que esta consiente, aun con todos los límites de un sistema humano.”.

El Papa Francisco es el Papa Pastor, el papa de la fraternidad, pero también es el Papa que levanta su voz para condenar la Guerra en Ucrania y en tantas otras partes del mundo, la violación de los derechos humanos en Venezuela y la grosera dictadura de Nicaragua similar a la comunista y a la nazi.

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