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COLUMNISTAS


Carta Pastoral del Obispo de Limón

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 27 noviembre, 2023


Monseñor Javier Román

La paz les dejo, mi paz les doy

Con respeto y admiración comento este importante mensaje a su grey del Obispo Román.

El versículo del Evangelio de San Juan es “La paz les dejo, mi paz les doy. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya en ustedes angustia ni miedo.”

Que importante es en este radical cambio de época poder vencer la angustia y el miedo.

La angustia y el miedo que vivimos en nuestra realidad corporal y espiritual, personal y social.

El Obispo de Limón que preside la Conferencia Episcopal de Costa Rica aplica a su Carta Pastoral la metodología de la Doctrina Social de la Iglesia: ver, juzgar y actuar.

Ver:

Nos describe las bondades de sus gentes, la grandeza de la naturaleza, la fuerza del ecumenismo.

Y además de las luces también las sombras: pobreza, ignorancia, abandono, criminalidad, destrucción de la casa común.

Juzgar:

A la luz de nuestra dignidad, de la dignidad de todos.

El Obispo Román nos indica: “Lo que nos hace imagen y semejanza de Dios son aquellas capacidades con las que Dios nos hizo: capacidad de pensar, actuar y amar en libertad; junto a esto nos otorgó preciosas dimensiones al hacernos trascendentes, inmanentes y trasparentes con los atributos de la verdad, la bondad y la belleza.”

Con sabiduría Monseñor Román coloca como base de la Doctrina Social de la Iglesia las bienaventuranzas y los actos de caridad del evangelio. El Señor Jesús estableció que hay preferencias en el todos de la igualdad entre personas, que se debe respetar la opción preferencial por los pobres. Por los pobres de espíritu, por los pacificadores, por los hambrientos, por quienes tienen sed, por las personas enfermas y encarceladas, por los forasteros o migrantes, por quienes carecen de abrigo, por quienes lloran, por los pacientes, por los compasivos, por los perseguidos.

Considerando el dolor de las personas excluidas y marginadas del progreso, esta Carta Apostólica nos indica: “Se hace pues imperioso establecer un nuevo paradigma de relaciones humanas, uno en donde sean el amor y la fraternidad los ejes que sostengan una armonía centrada en el valor de cada ser humano y su derecho a una vida digna y en paz.”

Y clama: “Necesitamos muchos más políticos con valores cristianos, que ejerzan a consciencia los diversos puestos, encarnando los principios de la transparencia y la responsabilidad en cada decisión que tomen y en cada acción que ejecuten.”

Actuar

Para la acción la Carta Pastoral de Monseñor Javier Román privilegia escuchar. Me recuerda el señalamiento de San Juan Pablo II cuando, para un día de San José Obrero en una visita a una fábrica, nos recordó que el mejor instrumento para la superación de las difíciles condiciones de los pobres era su propio trabajo.

No se trata de soluciones impuestas desde arriba por personas confiadas solo en sus propios conocimientos. Se debe partir de la escucha de las necesidades, las ilusiones, los problemas y las posibilidades de acción de las personas a quienes nos llama a atender la fraternidad cristiana, la amistad social que nos predica el Papa Francisco.

Tampoco se trata de dejar la tarea a los demás: no se vale decir es obligación del estado, de los políticos, de la municipalidad. No, es nuestra propia y personal obligación. Debemos involucrarnos.

Menos se trata de extender la mano con una dadiva y volver la cabeza para otro lado. Se trata de acercarnos como personas a quien se siente marginado, abandonado, descartado.

Y no es suficiente hacerlo solos. Debemos actuar como comunidad, pues solo así daremos abrigo, confort y arraigo al hermano necesitado.

Esta carta apostólica -en mi criterio-además nos señala la importancia de que en todas las diócesis de nuestro país -bajo la guía de sus obispos- se establezcan Escuelas de Doctrina Social de la Iglesia que permitan preparar a los líderes actuales y potenciales, a políticos y dirigentes comunales católicos de manera que posean los instrumentos necesarios para actuar como verdaderos buenos samaritanos en favor de su prójimo.

La Academia de Líderes Católicos puede ser un facilitador muy conveniente para esa tarea. Como ya ocurre en la Diócesis de Ciudad Quesada y esperamos pronto sea realidad en la Arquidiócesis de San José. Como ocurre ya en 14 países.

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