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COLUMNISTAS


Autopsia de Brasil 2014

Natiuska Traña natiuskatp@gmail.com | Martes 30 marzo, 2021


Las últimas semanas hemos sido testigos del juicio por difamación interpuesto por algunos de los jugadores de la Selección Nacional que atendió el mundial del 2014 liderada por el entrenador Jorge Luis Pinto, amado por muchos y odiado por otros. La verdad que estoy al lado de los que admiran la capacidad y la disciplina demostrada en el Mundial de Brasil y los logros que alcanzó la Selección Nacional.

Dicho proceso ha estado envuelto en polémica y atención no solo a nivel interno, sino que los medios internacionales están cubriendo el caso, donde presuntamente algunos jugadores habrían acordado sabotear a Pinto, amenazando perder partidos de manera intencional para que la Federación Costarricense de Fútbol no renovara su contrato de entrenador.

En poco tiempo se aclarará en los estrados si existieron estas maquinaciones o si se presentaron abusos en las relaciones de autoridad entre entrenador y jugadores, pero de la dinámica hay algunos puntos interesantes que podemos analizar.

Para realizar cualquier tarea que emprendamos y ser los mejores en ello, necesitamos sacrificios, si es en un deporte, entrenar todos los días, comer bien, cuidar de la salud, lesiones, dormir lo suficiente. Es un trabajo que requiere mucha dedicación y la renuncia a hacer lo que se “quiere” por hacer lo que se “debe” con el objetivo de alcanzar las metas propuestas, en este caso un partido, un campeonato, un trofeo.

Mark Manson, escritor estadounidense ha explicado de una forma muy certera y graciosa en su libro “Everything is f*cked: a book about hope” (Todo esta jodido: un libro de esperanza), que los seres humanos funcionamos desde dos perspectivas, “Feeling brain” y “Thinking brain”, esto es desde un lado de sentimientos y otro racional. Concluye que muchas veces lo que queremos se ve definido por el “Feeling brain” y en muchas ocasiones este cerebro se comporta como un chimpancé que acaba de beber una botella de tequila completa y procede a satisfacer sus necesidades más básicas, por lo que tiene que estar balanceado con el lado racional para que seamos seres humanos completos y plenos.

Naturalmente los seres humanos vamos a querer diversión y evitar el dolor, por eso el internet, las redes sociales y en general el marketing actual saben muy bien cómo vendernos cualquier idea o producto porque buscan llenar esas necesidades y “nos dan lo que queremos” o lo que ellos quieren que nosotros queramos (economía de la atención).

Al parecer, darle a la mayoría de la gente lo que quiere es además de imposible peligroso, porque tiende a volver a las personas más frágiles, obsesionadas con la comodidad y el placer, estrechando los valores y conceptos lo que hace que las personas sean más limitadas.

La incomodidad, la tolerancia, el crecimiento y varias de las virtudes que conocemos surgen por aprender a lidiar con emociones negativas, con eventos que no nos gustan y con sacrificios para obtener objetivos posteriores más grandes, esto crea el carácter y favorece la propia validación sin necesidad de estímulos externos.

Independientemente del resultado del juicio, de las palabras que se dijeron o de las interacciones pasadas de tono que pudieron herir susceptibilidades de los implicados, pareciera demostrarse con lo poco que podemos ver desde la computadora o en el televisor comiendo palomitas, que podría ser que las limitaciones impuestas y los sacrificios realizados por los jugadores, los llevaron a un éxito que quizá como afición nunca volvamos a presenciar. Con esto no justifico que se utilicen medios (como maltrato o abuso si fueron utilizados) para alcanzar la disciplina y alto desempeño que se logró.

A los ticos nos falta disciplina, nos enfada que nos la impongan tanto como nos gusta procrastinar y echarle la culpa a otros. En este proceso se juzgan rasgos de nuestra idiosincrasia así que debemos echar todos a nuestro saco y ver si en el espejo esas características se nos asoman.

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