¿Adicto a la comida?
Melissa González mgonzalezt@larepublica.net | Martes 21 septiembre, 2010
¿Adicto a la comida?
No se puede decir con precisión si existe este mal
Aunque no se ha comprobado que exista la adicción a la comida, este tema ha creado controversia y recientes estudios abordan el tema.
Entre ellos está uno elaborado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Texas, que entre sus conclusiones destaca la hipótesis de que el ser humano cuando come, recibe una compensación, ya que los alimentos le causan placer, pero que a quienes les genera menos satisfacción suelen ganar más peso porque tienden a consumir más para conseguir esa gratificación.
En un artículo titulado “Adicción a los alimentos: ¿verdad o ficción?”, de la Sociedad Americana de Nutrición, se afirma que muy pocos estudios se han dedicado a determinar las propiedades “adictivas” de alimentos usando criterios científicos rigurosos, pero que uno de los problemas es que todas las personas comen, por lo que no se puede aplicar una etiqueta de “adictivo” a algo destinado a mantener la vida.
“Por lo tanto, en lugar de asumir que todos los alimentos son adictivos, lo que se ha propuesto es que algunos pueden ser más adictivos que otros, especialmente los ricos en grasa y/o azúcar. Estos alimentos son los que típicamente se etiquetan como ‘prohibidos’, se ha propuesto que aunque son bastante agradables a cualquier gusto, se convierten en ‘adictivos’ cuando se han restringido, desarrollándose un patrón de restricción / atracón en su consumo”, dice la publicación.
Cuando el consumo de comida se relaciona con adicción, los expertos toman en cuenta factores como por ejemplo ingerir en cantidades mayores de lo que se pretende, pérdida de control sobre la comida, el llamado atracón, o sea cuando una persona come una gran cantidad de alimento en poco tiempo, especialmente si esto se da al menos dos veces por semana en un periodo de seis meses.
“Además se ha observado que el ‘antojo’ por un alimento, activa áreas del cerebro asociados al deseo incontrolable por una droga. Por lo tanto, lo anterior da prueba tanto de comportamiento como biológica, que algunos alimentos bajo algunas circunstancias pueden ser adictivos”, según el artículo.
También se dice que aunque la evidencia favorece el concepto de que sí se puede dar una adicción, no es el alimento en sí el que causa la reacción, sino a la manera en que se presenta y se consume, según comentó la nutricionista Rebeca Hernández.
Una de las alternativas que se presentan para las personas que padecen este descontrol es el denominado “mindful eating” que quiere decir comer con conciencia. Para lo cual es necesario dejar de enfocarse en restricciones y limitaciones, y dirigir la atención hacia los comportamientos y actitudes lo llevan a comer de más, comentó Hernández.
“Comer en ‘piloto automático’, poniendo atención a otros factores como la televisión., el teléfono, o preocupaciones, lleva a que no haya tiempo de ponerles atención a las señales sutiles pero tan importantes de apetito y saciedad, por lo que probablemente se come hasta sentirse incómodo, o siguiendo otras señales”, explicó.
Melissa González
mgonzalezt@larepublica.net
No se puede decir con precisión si existe este mal
Aunque no se ha comprobado que exista la adicción a la comida, este tema ha creado controversia y recientes estudios abordan el tema.
Entre ellos está uno elaborado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Texas, que entre sus conclusiones destaca la hipótesis de que el ser humano cuando come, recibe una compensación, ya que los alimentos le causan placer, pero que a quienes les genera menos satisfacción suelen ganar más peso porque tienden a consumir más para conseguir esa gratificación.
En un artículo titulado “Adicción a los alimentos: ¿verdad o ficción?”, de la Sociedad Americana de Nutrición, se afirma que muy pocos estudios se han dedicado a determinar las propiedades “adictivas” de alimentos usando criterios científicos rigurosos, pero que uno de los problemas es que todas las personas comen, por lo que no se puede aplicar una etiqueta de “adictivo” a algo destinado a mantener la vida.
“Por lo tanto, en lugar de asumir que todos los alimentos son adictivos, lo que se ha propuesto es que algunos pueden ser más adictivos que otros, especialmente los ricos en grasa y/o azúcar. Estos alimentos son los que típicamente se etiquetan como ‘prohibidos’, se ha propuesto que aunque son bastante agradables a cualquier gusto, se convierten en ‘adictivos’ cuando se han restringido, desarrollándose un patrón de restricción / atracón en su consumo”, dice la publicación.
Cuando el consumo de comida se relaciona con adicción, los expertos toman en cuenta factores como por ejemplo ingerir en cantidades mayores de lo que se pretende, pérdida de control sobre la comida, el llamado atracón, o sea cuando una persona come una gran cantidad de alimento en poco tiempo, especialmente si esto se da al menos dos veces por semana en un periodo de seis meses.
“Además se ha observado que el ‘antojo’ por un alimento, activa áreas del cerebro asociados al deseo incontrolable por una droga. Por lo tanto, lo anterior da prueba tanto de comportamiento como biológica, que algunos alimentos bajo algunas circunstancias pueden ser adictivos”, según el artículo.
También se dice que aunque la evidencia favorece el concepto de que sí se puede dar una adicción, no es el alimento en sí el que causa la reacción, sino a la manera en que se presenta y se consume, según comentó la nutricionista Rebeca Hernández.
Una de las alternativas que se presentan para las personas que padecen este descontrol es el denominado “mindful eating” que quiere decir comer con conciencia. Para lo cual es necesario dejar de enfocarse en restricciones y limitaciones, y dirigir la atención hacia los comportamientos y actitudes lo llevan a comer de más, comentó Hernández.
“Comer en ‘piloto automático’, poniendo atención a otros factores como la televisión., el teléfono, o preocupaciones, lleva a que no haya tiempo de ponerles atención a las señales sutiles pero tan importantes de apetito y saciedad, por lo que probablemente se come hasta sentirse incómodo, o siguiendo otras señales”, explicó.
Melissa González
mgonzalezt@larepublica.net