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A la tica

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 06 enero, 2011



De cal y de arena
A la tica

En el Día de los Santos Inocentes caí de maje creyendo que el costarricense medio había salido de la profunda sedación en que ha estado y que le ha impedido ver el grave deterioro que está sufriendo la democracia, ese régimen que en Costa Rica sirvió de incubadora para transformar la economía, traer equilibrada coexistencia y justicia social, altos niveles de alfabetismo y disfrute ejemplar de la libertad. Hoy me percaté del error. La realidad exhibe una cruda concentración del poder político y económico de modo que la definición de las políticas de Estado solo obedece a los detentadores de ese poder sin concesiones que puedan minar sus intereses. Los partidos influyentes se revuelcan en una profunda crisis de liderazgo, desprovistos de identificación ideológica y convertidos en mera maquinaria electoral al servicio de los amos del poder financiero y económico. Toleraron que las instituciones que otrora fueron el poderoso brazo para ejecutar y articular las políticas públicas que trajeron progreso con justicia social, hoy pervivan atrofiadas e impotentes para atender la misión que se les confió: o no se les actualizó, o se les confió a “pegabanderas”, o se les desguazó para crear espacios vacíos que terceros intereses habrían de llenar. ¿Qué ha pasado que no ha surgido un movimiento social de amplia base capaz de presionar con fuerza un cambio, como se dio a propósito del “combo ICE”?. La gente sigue inerte, su reacción no pasa del berreo y su participación en las instancias cívicas es apenas presencial, a la medida de lo imprescindible para sacramentar lo que disponen las argollas partidistas. Este es el entorno que carcome nuestra democracia.
“A la tica” dejamos que se arruine ese patrimonio institucional que es la democracia y “a la tica” observamos cómo el fútbol, columna vertebral de los sentimientos y reflexiones de las mayorías, cae en un estrepitoso deterioro. Entonces, ¿”a la tica” reaccionará este pueblo una vez que se agoten las instancias del Derecho Internacional para repeler la violación de la soberanía y usurpación del territorio costarricense hecha por el gobierno de Nicaragua, bien sea que las tropas invasoras se nieguen a retirarse o que haya que acompañar las brigadas de países amigos enviadas a forzar esa retirada o que haya que armar una policía profesional para sostener posiciones?
En “El Costarricense” el filósofo Constantino Láscaris consigna un diálogo con Rodrigo Facio, Rector de la Universidad de Costa Rica. Este le pide su opinión sobre los costarricenses y le responde diciendo que realizan el “mesothés” o sea la virtud del “término medio” en la doctrina aristotélica. A lo que don Rodrigo, cortante, apunta: “O sea, que somos mediocres”. Láscaris dice que reflexionó muchas veces sobre ese latigazo del Rector. En sus valoraciones sobre el ser costarricense él lo visualiza como taciturno, desconfiado, pacífico, respetuoso de la vida humana y libertario. De ahí le viene su manera de tratar los problemas “a la tica” lo que le lleva a evitar los extremos y a buscar, a la hora de la verdad, la convivencia. “A la tica”, puntualiza Láscaris, quiere decir sin arrebatos, evita por igual la matazón y el abandono. “A la tica” será un regateo permanente. Será también un poco ir a remolque de los problemas colectivos para planteárselos como problemas”. Añado yo: si “a la tica” manejaremos lo de Isla Calero, ¿qué nos espera?

Alvaro Madrigal

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