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Paz en la tierra

Arnoldo Mora mora_arnoldo@hotmail.com | Viernes 21 diciembre, 2012


Dichosamente Nuestra América, que ha sido escenario de terribles luchas fratricidas a través de su corta historia, hoy ofrece un ejemplo que esperamos no se desaproveche


Paz en la tierra

La tradición exige que en estos días de Navidad y Año Nuevo, nos deseemos paz y felicidad. Pero esto no debe hacerse si no arrojamos primero una mirada crítica al año que termina, con el fin de tomar conciencia de los retos que quedan pendientes.
De mi parte, he tratado de hacerlo dirigiendo mi mirada hacia mi propio país en el artículo anterior y haciéndolo ahora pero mirando hacia el panorama internacional. En ambos casos he partido del presupuesto de que el mayor desafío que enfrenta la humanidad es la PAZ.
La paz, que nació como una esperanza escatológica entre los profetas bíblicos que luego los cristianos consideraron como un don en el nacimiento de Jesús, es hoy más que eso.
La paz universal ya no es tan solo una esperanza escatológica, ni menos una promesa de los credos religiosos o de las ideologías políticas. La paz es hoy una exigencia impostergable para la sobrevivencia de la especie.
Desde agosto de 1945 (Hiroschima y Nagasaki) la eventualidad de un suicidio colectivo de la humanidad se convirtió en una pesadilla que no deja dormir en paz a nadie que sea consciente y responsable.
Aún más, desde el famoso documento del Club de Roma (1968) sabemos que hay otra bomba igualmente mortífera, cual es la amenaza de destrucción ecológica.
Por eso hoy miramos con angustia todos los rincones del planeta donde haya guerra entre los humanos o de estos contra la naturaleza (calentamiento del planeta).
Porque, para construir la paz, conditio sine qua non —insisto— para que la especie humana no desaparezca en este siglo, se requiere que todos, pero especialmente los países industrializados, que son los que tienen los arsenales atómicos y contaminan más, asuman humildemente el poder de que disponen y estén dispuestos a tener una actitud autocrítica, que los lleve a buscar nuevos derroteros para asegurar el futuro de la humanidad. Y cito casos concretos. Acabar cuanto antes, dentro del más irrestricto respeto al derecho internacional, los conflictos del Oriente Medio, específicamente entre Israel y Palestina, Siria y los países vecinos, lo mismo que la tensión con Irán. Yendo más lejos, hay que evitar que el Océano Pacífico se convierta en teatro de conflictos geopolíticos que podrían desencadenar una III Guerra Mundial.
En cuanto a la destrucción ecológica, la Cumbre de Doha nos causó desencanto. La lucha debe continuar sin desmayo.
Dichosamente Nuestra América, que ha sido escenario de terribles luchas fratricidas a través de su corta historia, hoy ofrece un ejemplo que esperamos no se desaproveche. En La Habana se celebran negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla, protagonistas ambos del conflicto más añejo de América Latina.
Todos los hombres y mujeres de “buena voluntad’ del mundo entero, pero especialmente de nuestro continente, deseamos como nuestro mayor regalo en estas celebraciones de fin de año, que estas negociaciones logren por fin poner las bases para una paz justa y duradera para ese sufrido pueblo y que esto sirva de ejemplo para el mundo entero.

Arnoldo Mora

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