Yo estoy bien, al averno con los demás
| Jueves 29 marzo, 2012
Yo estoy bien, al averno con los demás
Constantemente buscamos entender por qué las cosas están tan mal (y es seguro que no van a mejorar). Es evidente que nuestra sociedad costarricense es más violenta e insegura y ahora tenemos que vivir cada vez más enjaulados; que la corrupción es lo que está quebrando al país (desde las altas esferas del gobierno con ayuda de compañías y empresas, hasta las personas de a pie). Nuestra situación solo muestra el principio más básico del universo: Se cosecha lo que se siembra.
Ante la situación actual existe una reacción estandarizada, en la cual nos indignamos o asombramos ante las noticias por aproximadamente 15 segundos, “mentamos la madre” a un par de políticos y servidores públicos con dudosa reputación y seguimos con nuestras vidas de supervivencia.
Empezamos a maquinar cómo hacer para que todas las cosas malas que pasan no nos afecten, que afecten a los demás, pero YO me tengo que zafar y ser feliz. Es una actitud de vida que se ve cada vez más en la forma en cómo tratamos a nuestras parejas y familia, a nuestros vecinos, en nuestros lugares de trabajo, etc. Nos hemos convertido en una sociedad de “YO PRIMERO”. YO tengo que estar bien, los demás al averno.
Somos una sociedad llena de “víctimas” de nuestros propios actos individualistas y voraces. Somos víctimas y verdugos de nuestra propia realidad. YO evado mis impuestos, pero exijo que otros los paguen, y no entiendo por qué las calles y los servicios públicos son tan mediocres. YO manejo como un animal, pero me revienta que otros lo hagan también. YO acumulo riqueza sin importar cómo y sin importar las necesidades de los demás, y luego no entiendo por qué hay tantos asaltos, fraudulencia, inseguridad y subdesarrollo social (las poblaciones más equitativas son las más seguras y desarrolladas). YO me enojo por la corrupción de los funcionarios públicos, pero lo que me enoja es que ellos tengan la posibilidad de aprovecharse del pueblo y YO no.
Hobbes dejó claro que el ser humano no hace nada por otros si esto no le trae alguna clase de recompensa o satisfacción personal. Aquí nadie es mártir, pero tampoco podemos ignorar que vivimos en sociedad para avanzar, no para vivir bajo una solapada ley de la jungla donde el más fuerte explota, roba y subyuga “legalmente” al más débil.
Podríamos intentar cambiar el pronombre personal para variar. Intentemos usar más “NOSOTROS” y no solo “YO”, porque aunque sea muy intangible verlo, todos estamos en el mismo barco, y nos hundiremos por igual, aunque unos estén en la cubierta trabajando y otros en el mástil bronceándose.
Paola Quesada S.
Relacionista internacional
Constantemente buscamos entender por qué las cosas están tan mal (y es seguro que no van a mejorar). Es evidente que nuestra sociedad costarricense es más violenta e insegura y ahora tenemos que vivir cada vez más enjaulados; que la corrupción es lo que está quebrando al país (desde las altas esferas del gobierno con ayuda de compañías y empresas, hasta las personas de a pie). Nuestra situación solo muestra el principio más básico del universo: Se cosecha lo que se siembra.
Ante la situación actual existe una reacción estandarizada, en la cual nos indignamos o asombramos ante las noticias por aproximadamente 15 segundos, “mentamos la madre” a un par de políticos y servidores públicos con dudosa reputación y seguimos con nuestras vidas de supervivencia.
Empezamos a maquinar cómo hacer para que todas las cosas malas que pasan no nos afecten, que afecten a los demás, pero YO me tengo que zafar y ser feliz. Es una actitud de vida que se ve cada vez más en la forma en cómo tratamos a nuestras parejas y familia, a nuestros vecinos, en nuestros lugares de trabajo, etc. Nos hemos convertido en una sociedad de “YO PRIMERO”. YO tengo que estar bien, los demás al averno.
Somos una sociedad llena de “víctimas” de nuestros propios actos individualistas y voraces. Somos víctimas y verdugos de nuestra propia realidad. YO evado mis impuestos, pero exijo que otros los paguen, y no entiendo por qué las calles y los servicios públicos son tan mediocres. YO manejo como un animal, pero me revienta que otros lo hagan también. YO acumulo riqueza sin importar cómo y sin importar las necesidades de los demás, y luego no entiendo por qué hay tantos asaltos, fraudulencia, inseguridad y subdesarrollo social (las poblaciones más equitativas son las más seguras y desarrolladas). YO me enojo por la corrupción de los funcionarios públicos, pero lo que me enoja es que ellos tengan la posibilidad de aprovecharse del pueblo y YO no.
Hobbes dejó claro que el ser humano no hace nada por otros si esto no le trae alguna clase de recompensa o satisfacción personal. Aquí nadie es mártir, pero tampoco podemos ignorar que vivimos en sociedad para avanzar, no para vivir bajo una solapada ley de la jungla donde el más fuerte explota, roba y subyuga “legalmente” al más débil.
Podríamos intentar cambiar el pronombre personal para variar. Intentemos usar más “NOSOTROS” y no solo “YO”, porque aunque sea muy intangible verlo, todos estamos en el mismo barco, y nos hundiremos por igual, aunque unos estén en la cubierta trabajando y otros en el mástil bronceándose.
Paola Quesada S.
Relacionista internacional