Y solo faltó Messi
Luis Fernado Rojas lrojas@larepublica.net | Miércoles 30 marzo, 2011
Y solo faltó Messi…
La ausencia de la pulga fue el sinsabor del esperado partido
El esperado encuentro Argentina – Costa Rica fue una fiesta a medias para los ticos, que pudieron ver en acción a los “chés”, pero no a su principal estrella, el mundialmente famoso Lionel Messi.
Los previos del encuentro fueron más culturales que deportivos, dejando de lado el bullicio original de los estadios y sus muestras clásicas de apoyo, y dando paso al tango y los bailes típicos que con sonido sinfónico le ponían el toque diferente al espectáculo futbolístico.
No fue si no hasta las 7.15 p.m., cuando salieron a calentar los porteros ticos, que se empezó a sentir el rugir desde la gradería, de una afición sedienta de espectáculo.
De pronto se formó una larga fila de camarógrafos y periodistas en el centro del campo; los grupos de baile terminaron, muy pocos aplaudieron, la atención estaba en el centro, donde apareció en solitario Lionel Messi, la prensa fue con él; por los lados saltaron los equipos, pero la marejada de cámaras y micrófonos apenas los percibió.
La Pulga entró al campo, pero pocos se dieron cuenta, porque las pantalla gigantes seguían mostrando anuncios, cuando la gente quería ver acciones. Luego los fotógrafos hicieron desaparecer a Lionel en medio del molote, empujones y uno que otro golpe, como si todos quisieran tener la mejor foto posada del genial jugador, sin darse cuenta de que el futbolista, que ya estaba claro que no iba a jugar del todo, lo que pretendía era por lo menos saludar a la afición tica.
Luego, cuando salieron los equipos Messi salió a sentarse con sus compañeros, de nuevo toda la prensa gráfica con él, y mientras sonaba el himno argentino, ahora sí las pantallas fueron con “Lio” y las ovaciones no se hicieron esperar, porque más que por el partido, muchos pagaron por verle jugar y al final, solo por verle.
Del partido ya todos conocemos la historia, y solo reseñar las protestas de quienes ocuparon las primeras filas, a quienes las vallas les restaron visibilidad.
Luis Rojas
lrojas@larepublica.net
La ausencia de la pulga fue el sinsabor del esperado partido
El esperado encuentro Argentina – Costa Rica fue una fiesta a medias para los ticos, que pudieron ver en acción a los “chés”, pero no a su principal estrella, el mundialmente famoso Lionel Messi. Los previos del encuentro fueron más culturales que deportivos, dejando de lado el bullicio original de los estadios y sus muestras clásicas de apoyo, y dando paso al tango y los bailes típicos que con sonido sinfónico le ponían el toque diferente al espectáculo futbolístico.
No fue si no hasta las 7.15 p.m., cuando salieron a calentar los porteros ticos, que se empezó a sentir el rugir desde la gradería, de una afición sedienta de espectáculo.
De pronto se formó una larga fila de camarógrafos y periodistas en el centro del campo; los grupos de baile terminaron, muy pocos aplaudieron, la atención estaba en el centro, donde apareció en solitario Lionel Messi, la prensa fue con él; por los lados saltaron los equipos, pero la marejada de cámaras y micrófonos apenas los percibió.
La Pulga entró al campo, pero pocos se dieron cuenta, porque las pantalla gigantes seguían mostrando anuncios, cuando la gente quería ver acciones. Luego los fotógrafos hicieron desaparecer a Lionel en medio del molote, empujones y uno que otro golpe, como si todos quisieran tener la mejor foto posada del genial jugador, sin darse cuenta de que el futbolista, que ya estaba claro que no iba a jugar del todo, lo que pretendía era por lo menos saludar a la afición tica.
Luego, cuando salieron los equipos Messi salió a sentarse con sus compañeros, de nuevo toda la prensa gráfica con él, y mientras sonaba el himno argentino, ahora sí las pantallas fueron con “Lio” y las ovaciones no se hicieron esperar, porque más que por el partido, muchos pagaron por verle jugar y al final, solo por verle.
Del partido ya todos conocemos la historia, y solo reseñar las protestas de quienes ocuparon las primeras filas, a quienes las vallas les restaron visibilidad.
Luis Rojas
lrojas@larepublica.net