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Y ahora, ¿qué sigue?

Luis Mesalles lmesalles@ecoanalisis.co.cr | Jueves 11 octubre, 2007


Ya, por fin, el Tratado de Libre Comercio se aprobó mediante el referéndum del pasado domingo, y con esto dejamos atrás largos meses de discusión sobre la conveniencia o no de si Costa Rica debía tomar el camino de la apertura y una mayor inserción al comercio mundial como parte de su modelo de desarrollo económico. El pueblo ya decidió que sí vamos por ese camino. Pero ahora, ¿qué falta? ¿Qué sigue?

Se está hablando de una agenda complementaria y de una agenda de implementación. ¿Cuál es la diferencia entre esas dos agendas? Primero, hay que aclarar que para que el TLC tome vigencia, la Asamblea Legislativa debe aprobar 13 proyectos de ley, antes del 29 de febrero. Entre estos proyectos se encuentran los de apertura de telecomunicaciones y seguros, de fortalecimiento del ICE, el de casas extranjeras, más una serie de convenios internacionales. Esto es lo que se llama la agenda de implementación, ya que sin ellos, el TLC no se puede implementar. Si los costarricenses dijimos que sí queremos el TLC, lo lógico es que esta agenda de implementación sea aprobada por los diputados, y pronto.

Por otro lado, existe una agenda complementaria, la cual contempla las acciones que debe tomar el gobierno para mejorar la competitividad de la producción costarricense y para que la mayor cantidad posible de personas se beneficien del tratado.

Una parte de esta agenda complementaria contempla una mayor y mejor inversión del Estado en infraestructura, educación y seguridad ciudadana. Otra parte habla de la creación de programas para ayudar a los más pobres, mediante programas específicos para ellos. Esta semana me concentraré en la primera parte, dejando para la semana entrante la segunda.

La construcción de nuevas carreteras y el mejoramiento de los puertos y aeropuertos son necesarios para dar cabida al aumento de flujo de exportaciones e importaciones que se darán con el TLC. Pero, el mejoramiento de la infraestructura también debe contemplar las carreteras de las zonas rurales, con el fin de brindarles mejores oportunidades a los productores de las zonas más alejadas del país.

Los programas educativos se deben adaptar al nuevo tipo de economía que se viene gestando, más orientada a los servicios y al comercio mundial. En este aspecto, el fortalecimiento de la educación secundaria, que es donde la tasa de deserción de los jóvenes que vienen de familias muy pobres es más alta, es trascendental. Pero, además, hay que fortalecer los programas de capacitación y de reentrenamiento de la gente adulta, para que ellos también puedan incorporarse a esta nueva economía. Aquí el INA juega un papel muy importante.

El tema de seguridad ciudadana también es importante, ya que no solo puede permitir que haya un clima de negocios más propicio dentro del país, sino que también nos ayudará a los costarricenses a vivir mejor y más tranquilos.

Con una mayor y mejor inversión en infraestructura, educación y seguridad ciudadana, por lo tanto, se pueden matar dos pájaros de un tiro: aumentar la productividad y competitividad de la producción nacional, mejorando al mismo tiempo la distribución de la riqueza y la calidad de vida de todos los costarricenses.

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