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COLUMNISTAS


Xenofobia “covística”

Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Martes 28 abril, 2020


Me ha sorprendido la cantidad de personas –de todo nivel socio económico- afirmar, que cuando vengan los nicaragüenses, nos van a contagiar con el Covid-19, y que por lo tanto, deben quedarse en su país. Afirmación que proviene – no justifica-, que hasta el momento, el Gobierno de Nicaragua ha comunicado que solo se han registrado once casos positivos del coronavirus, de los cuales tres fallecieron.

El hermetismo del Ministerio de Salud de Nicaragua para brindar datos sobre los que padecen la enfermedad, la desaparición del presidente Daniel Ortega (con una breve participación pública en conferencia de prensa, en un periodo casi de dos meses), y la vida “normal” de la población nicaragüense, sin tomar medidas de prevención y mitigación de la pandemia, unido a la censura y restricción del acceso a la información que padecen los medios de comunicación, hacen dudar de la realidad por la que atraviesa este país.

Si como dijo el subdirector de la Organización Panamericana de la Salud, “la situación en Nicaragua es indeterminada”, debido a la ausencia de datos confiables acerca del avance de la pandemia, no es extraño que algunos piensen que la población vecina, -especialmente los que se fueron días antes de Semana Santa-, regresen a “contaminarnos”, una vez abran las fronteras de Costa Rica.

Sabemos que los nicaragüenses son el principal grupo de migrantes en Costa Rica y que el Gobierno del país vecino prácticamente no ha hecho nada para frenar la temida enfermedad, sin embargo, y a pesar del escepticismo sobre los datos del Covid-19 de este país, no he oído a ninguna persona comentar que no quieren la visita de los estadounidenses, italianos y españoles, quienes unidas a China, son las naciones, con los mayores contagios de esta enfermedad en el mundo.

Según datos de la ONU, la población nicaragüense en Costa Rica es conformada por 417.768 de inmigrantes, en comparación, recibimos unos 3 millones de turistas al año, de los cuales aproximadamente un millón doscientos mil provienen de los Estados Unidos, setenta mil de España y 30 mil de Italia (datos del 2017, ICT), entonces, por lógica ordinaria, ¿no deberíamos sentir temor por el millón trescientos mil turistas que podrían llegar a Costa Rica a contagiarnos del Covid-19?

Esto me hace reflexionar y preocupar sobre la probabilidad de que se refuerce la descalificación e infravaloración social hacia los nicaragüenses con la llegada de la pandemia a la región, añadiendo un elemento adicional de discriminación, el “covístico”.

Estoy segura que algunos lectores piensan en este momento, que los turistas vienen a dejarnos dinero, y los nicas son una carga social, olvidando que ellos son los que hacen los trabajos menos remunerados y precisamente los que nosotros, los ticos, no queremos hacer. Sobre este punto, nada mejor para concluir que hacer mención textual de un párrafo del ensayo de Laura Paniagua Arguedas, publicado en la Revista de Ciencias Sociales de la UCR, que destaca la contribución de los nicaragüenses las 24 horas del día a la sociedad costarricense:

“¿Cuántas personas cada mañana al tomar un café al desayuno reflexionarán que posiblemente este fue recolectado por manos nicaragüenses? ¿Cuántas le agregarán azúcar proveniente de ingenios que se sostienen con trabajadores nicaragüenses, quienes realizan la corta cada año? ¿Cuántos y cuántas costarricenses se detienen a pensar que las personas que están criando a sus hijos e hijas, y velan por ellos y ellas la mayor parte del día son mujeres nicaragüenses? ¿Cuánta gente al entrar a un centro comercial, a sus propias casas o a un hotel en vacaciones reconocen que dichas edificaciones fueron levantadas y construidas por hombres nicaragüenses? ¿Quiénes, al volver a su casa por la noche, sienten seguridad porque su vivienda o negocio es cuidado por un vigilante que probablemente es nicaragüense?

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