Valores eternos de Costa Rica
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 21 agosto, 2020
Sinceramente
Miles de empresas han cerrado. La destrucción de capital en unos meses ha sido mayor que la capitalización de muchas décadas. Las estructuras económicas del país han recibido un impacto mortal que se prolongará por años. Veremos crecer la pobreza y disminuir las oportunidades en el país.
Muchas personas desean refundar al país luego de la pandemia. Un grupo pretende socializar aún más la economía, estatizar más la misma, hacer que el estado y las instituciones asuman más y más protagonismo. Algunos buscan aumentar los empleados públicos y mejorar sus salarios.
Muchas otras personas sostienen que Costa Rica debe de liberarse de trámites, de tantos impuestos y regresar a la actividad privada actividades que aún son monopolio estatal. Sostienen que el país debe reducir el tamaño y el costo del estado y sus instituciones.
Más allá de estas encontradas opiniones entre unos y otros costarricenses, hay una serie de principios institucionales y filosóficos que yo no desearía perder en Costa Rica y su organización. Veamos algunos de ellos.
Democracia efectiva para mi es el corazón de nuestra vida. Democracia efectiva no es sino el hecho cierto de que ningún grupo o clase se pueda superponer a las mayorías. La democracia se ejerce en una elección. No hay tal democracia de la calle donde cien mil personas parecen muchas, pero dentro del concierto de tres millones de electores con costo han logrado elegir un solo diputado.
La justicia social me parece que jamás debe de ser abandonada en el país como idea central y práctica de nuestra convivencia. Justicia social debe de seguir siendo el faro que alumbre nuestro presente y nuestro futuro. Entendámonos muy bien, justicia social no es crear convenciones colectivas por encima de las posibilidades reales de las instituciones generando privilegios para algunos. Justicia social no es crear pensiones de lujo, pluses, anualidades o sobresueldos que generen privilegios imposibles de costear para el país. La justicia social cuanto promueve es la igualdad de derechos y obligaciones dentro de una comunidad. Nada tiene que ver con la estatización, propiedad gubernamental ni con los privilegios generados en el tiempo para grupos de trabajadores.
La equidad es otro valor al que el país no puede renunciar y que debe de conservar dentro de su práctica política y funcional en el país. Es que la equidad deriva de la justicia en la demanda de derechos y obligaciones de los ciudadanos. Sin importar educación, riqueza o capacidad de producción, equidad va a resultar de la aplicación con justicia de los derechos y obligaciones en el país. Debemos ser equitativos y justos en la conducción de nuestras relaciones sociales.
Educación resulta ser el corazón de la democracia, de la movilidad social y del progreso material del país. Claramente la educación no es crear privilegios para los educadores, ni rechazar las pruebas para determinar la capacidad de estos para impartir sus lecciones, ni rechazar las capacitaciones para lograr que personas graduadas hace años actualicen sus conocimientos y destrezas para educar. Muchas veces confundimos educación con gasto en educación. Las pruebas PISA han venido a demostrar que nuestro gasto en educación en relación al PIB es alto, pero que los resultados de ese gasto son mediocres. Gastamos mucho, pero nuestra educación es mediocre. Toda la educación del país, no importa su naturaleza técnica o académica, primaria o secundaria, tecnológica o universitaria puede dejar de evaluarse, medirse para determinar idoneidades y proveer recursos para la mejora y actualización. La búsqueda de la excelencia, no de la mediocridad o de la complacencia, debe de ser su norte.
Salud junto a educación resulta en el conjunto de asuntos neurálgicos de país. Una vez más debemos señalar que salud no es la ley de encadenamiento de salarios de los médicos con los aumentos, cualesquiera sean estos en el sector público, de tal manera que un aumento pequeño a un policía resulta en uno generoso para los profesionales en medicina. Eso tampoco es justicia social. La salud debe de ser fortalecida. La sociedad avanza, cambia y las instituciones de salud deberán adaptarse a los paradigmas del cambio social presente.
Igualdad de oportunidades es una aspiración fundamental y válida en una democracia. Igualdad de oportunidades no es romper con el principio de búsqueda de la excelencia. Igualdad de oportunidades no es rebajar la exigencia para que todos alcancen un puesto, logren una matrícula o alcancen una mención. La igualdad de oportunidades requiere de una fuerte transformación en la política social asistencialista del país por una política social más proclive a enseñar a pescar que a entregar sardinas todos los días. Igualdad de oportunidades resulta fundamental en la creación de una sociedad de propietarios y gestores. Igualdad de oportunidades es trascendental para que cada quien ocupe su nivel personal de producción, desempeño y logro.
Propiedad privada y justa distribución de la riqueza es otra gran aspiración nacional. La propiedad se refleja en tener algo propio, ser propietario de la casa de uno, ser dueño de una moto o de un carro o poseer un negocio para ganarme la vida sin depender de nadie. La propiedad privada junto a la libertad de empresa son los motores fundamentales del desarrollo y de la formación de un individuo independiente. La justa distribución de la riqueza generada y la justa distribución del ingreso son los dos mecanismos para reducir las brechas sociales, de ingreso y de vida.
Todos estos valores y principios los costarricenses los apreciamos y buscamos que se cumplan en nuestra sociedad. Queremos para Costa Rica libertad y democracia, justicia y desarrollo, libertad para producir e igualdad de oportunidades en esta sociedad. La patria siempre es primero.
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