Un mundo sin Coca Cola
Natiuska Traña natiuskatp@gmail.com | Viernes 27 mayo, 2022
Quizá no resuene con ustedes el título de la columna, quizá al mejor estilo de Cristiano Ronaldo rechacen “las aguas negras del imperialismo Yankee” o probablemente se identifiquen con Jack Malik en la película “Yesterday” cuando descubre que se encuentra en un universo paralelo donde no existen los Beatles, la Coca Cola, Harry Potter y los cigarrillos… ¡Vaya castigo!
Conozco varias personas que aman la Coca Cola igual que yo, y que tienen clarísimos todos los estudios científicos del impacto que tiene en la salud. Sin embargo, decidimos tomarnos una deliciosa bebida, gasificada, fría, refrescante… Un sorbo y eso es la felicidad.
Dicen que el siglo XXI es el siglo de la ludopatía. No obstante, que tendamos a este tipo de conductas no es un nuevo descubrimiento. El psicólogo Leon Festinger definió en su libro “A Theory of Cognitive Dissonance” (Una teoría de la Disonancia Cognitiva), esa tensión o incoherencia de lo que creemos, pensamos, sentimos y la forma en que nos comportamos para solucionar el conflicto: generar una nueva conducta donde logramos que dos conceptos que no nos encajan en el nuestro sistema de valores, creencias logren encajar.
Una forma de lograr acoplar este desdoblamiento, es minimizar los riesgos con frases como: “Solo se vive una vez”, “Las evidencias médicas son exageradas”, “Todos nos vamos a morir de algo”, “Hay cosas más arriesgadas o locas que hace la gente y lo que yo hago no lo es”; y quizá puedan agregar más justificaciones a la lista.
Lo curioso, es que éstas conductas no solo las aplicamos a las cosas, sino que también, las aplicamos en las relaciones humanas. Qué mejor ejemplo, que el Juicio de Johnny Depp vs. Amber Heard. Para los que no están familiarizados con el tema, Johnny Depp demandó a su exesposa por supuesta difamación en el artículo que publicó en “The Washington Post” en 2018, donde se declaraba víctima de violencia de género.
El juicio se ha convertido en uno de los “realities” más vistos los últimos días, con tintes grotescos que hace que más de uno esté enganchado escuchando las intimidades más ocultas de esta pareja.
Hago referencia a este juicio, porque revela muchas de las conductas disonantes, que luego queremos hacer calzar. Donde una pareja se mantuvo unida, a pesar de las conductas tóxicas insoportables para cada uno, que estamos viendo salir a la luz pública.
Este tipo de ludopatía, esa efervescencia, el chispeante brinco de las burbujas en la garganta, esa completa satisfacción inmediata… Permite que una situación que nos hizo o hace sentir bien de manera continua, aunque sea perjudicial, se racionalice por nuestros cerebros para querer repetir una y otra vez y nos haga actuar sin que importen las consecuencias (ya tendremos como justificarlo) inclusive, si esas consecuencias nos hacen daño o le hacen daño a alguien más. La “recompensa” es tan buena, que se obvia todo lo que está mal.
Con esto no quiero mandarlos a todos al psicólogo, pero sí a la reflexión para que no terminemos metafóricamente “despellejándonos” contra algo o contra alguien por no asumir de buenas a primeras, que el problema se habría evitado si no lo hubiéramos iniciado desde un principio, nosotros mismos.
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