Un año para decirle no a Juan Diego
Alejandro Madrigal alejandro.madrigalrivas@gmail.com | Viernes 05 enero, 2018
Un año para decirle no a Juan Diego
Estamos a un mes de decidir quién será el próximo presidente de la República y quiénes integrarán la próxima Asamblea Legislativa y poco se ha discutido sobre el historial y expediente tan cuestionable y temible de uno de los aspirantes. El tipo en cuestión lidera varias de las principales encuestas (claro, solo entre el 60% que ya escogió candidato) y ha construido su campaña montándose en un partido tureca, de los que se van con cualquiera con tal de que les den su buena porción; a base de declaraciones polémicas y de poca altura, de demagogia, de mentiras y de ataques personales. Un verdadero populista de derecha, que posa al lado de los que menos tienen, pero en realidad está protegido por algunos de los que más tienen. El político más similar al escaso presidente estadounidense, Donald Trump, ese que todas las semanas sale con un acto nefasto nuevo.
Desde luego, se trata de don Juan Diego. Un abogado penalista quien cuando tiene un micrófono o cámara parece que olvida todos los principios del derecho y habla más como una figura con tintes despóticos, que como alguien que pretende gobernar un país fundado como un estado social de derecho. Para él no existe el principio de inocencia, sino que les pretende recetar cárcel y garrote a todos, hayan sido o no procesados debidamente. Para él, el sistema penitenciario es una forma para cobrar venganza, no una herramienta de corrección, ni mucho menos pensar en la reinserción social de la persona hallada responsable. ¿Se preguntan por qué las tasas de reincidencia criminal son tan altas en Costa Rica? Pues porque aquí a la persona que comete un delito no solo se le priva de libertad, sino que durante y después de su tiempo en prisión se le condena completamente como persona. Se le excluye del sistema y se le obliga a vivir en desempleo, en pobreza y en enajenación. ¿Qué opción tendrá esa persona más que delinquir nuevamente? Esa es la línea que pretende seguir don Juan Diego una vez presidente, una línea que multiplica delincuencia, en lugar de disminuirla. La delincuencia se combate con educación, empleo, oportunidades e inclusión social; no solo con cárcel.
Lo más triste es que en este sistema, quienes más van a dar en prisión son las personas más pobres, los más expuestas a delinquir, los más excluidos de un sistema donde no todos tienen casa, empleo, educación y un nivel de ingreso que les permita vivir dignamente. Los millonarios que delinquen no. Para ellos lo común es impunidad, sean políticos o empresarios. Tiene que ocurrir algo como el Cementazo para que algunos sean hallados responsables.
A don Juan Diego lo creó Teletica. La dio un micrófono y una cámara durante años y lo disfrazó de experto. Ahora don Juan Diego ataca a cualquiera que cuestione lo que sea sobre él, sea un medio de comunicación o un ciudadano más, al cual pueda bloquear de cualquier red social. ¿Se imaginan como presidente? Si salimos a marchar contra él, le criticamos en prensa o en redes sociales nos toparemos con sus ataques e intentos de censura, cuando menos.
¿Están cansados de la calidad del transporte público en este país? Por el último que habría que votar es por él. Los autobuseros han sido el gremio de mayor responsabilidad de que en Costa Rica nada cambie respecto al transporte público, porque rutas intersectoriales, otros medios alternativos y, en general, mayor eficiencia, perjudican las ganancias que están teniendo ahora, las cuales parecen de monopolio privado. Don Juan Diego está siendo financiado por uno de los autobuseros con mayor peso en el país, con más de 300 millones de colones, así que desde luego él recibirá buenas retribuciones si don Juan Diego logra la presidencia. Como es sabido en política: “dime quién te financia y te diré para quién vas a gobernar”.
Don Juan Diego no es alguien nuevo de política, lleva rato de estar en esto. Fue el abogado defensor de Figueres Olsen en el Caso Chemise. También fue su ministro de Seguridad y desde ahí hizo varias de las suyas: gestionó una masiva compra de armas a Israel y buscó que fuera secreto de estado, para evitar toda fiscalización, cuestión que se hizo pública una vez que las armas estaban compradas. Poco después, para presionar por cambios de “mano dura” en el Código Penal, llegó con un desfile policial, cuasi-militar de motociclistas uniformados, caballistas de la policía montada y 207 policías armados con fusiles M1 a la Asamblea Legislativa en 1995 (similar a lo que haría alguien que pretende llevar a cabo un golpe de estado); cuestión que le costó que 54 diputados le exigieran al presidente Figueres Olsen la renuncia de Castro, al ser un acto de matonismo, intimidación y una afrenta al Congreso. ¡Imagínense las que haría siendo presidente! Luego de tal escándalo, Figueres solamente lo movió de Ministro de Seguridad a Ministro de Justicia.
Años después le dio la adhesión a Fernando Berrocal, y se metió de lleno en la precampaña del PLN contra su rival doña Laura Chinchilla. Y cuatro años después se puso la camiseta de Johnny Araya y la lució desde la zona norte hasta la zona sur. Tanto él como su hermano tienen importantes negocios y han recibido cuestionables concesiones de gobiernos anteriores. Además, habría ayudado a su suegro a salir del país luego de que los jueces le dieran libertad bajo fianza. ¿No que las leyes favorecen a los delincuentes? Así que si alguien ve a don Juan Diego como alguien de afuera, que no está embarrado con los políticos tradicionales, está siendo engañado. ¡Hasta embarrado en los Panama Papers salió! (Gracias a Suave un Toque, Canal 15 UCR por tan buena compilación del expediente de don Juan Diego).
La división de poderes, una condición necesaria para la democracia como antítesis de las monarquías absolutas europeas que violentaban toda clase de derechos humanos, es inexistente para don Juan Diego. O al menos no teme brincársela con tal de hacer lo que él quiera, como tantas otras figuras de la historia con tintes despóticos y tiranos. Es a la Asamblea Legislativa la que le corresponde reformar las leyes, no al presidente. Es al Poder Judicial al que le corresponde decir quién entre y sale de la cárcel, no a ningún ministro. Pero don Juan Diego se aprovecha de la ignorancia de mucha gente para alimentar irresponsablemente su enojo y frustraciones, como si el poder del presidente no tuviera límite y todo pasara por él.
Basta con preguntarles a las personas que han trabajado con él para confirmar que es un desquiciado. ¿De verdad hay tanta gente dispuesta a votar por un tipo que agredió a su propia madre? Doña Carmen Fernández debió ponerle una orden de restricción por temor a nuevas agresiones, todo por un pleito de herencias. Sin embargo, pocos años antes doña Carmen tuvo la oportunidad de dejar en cámaras las valoraciones sobre su propio hijo: “Juan Diego, mi hijo, es capaz de cualquier cosa. Juan Diego es una persona de un carácter muy difícil, yo creo que tiene muchos complejos. Para mí es sociópata, tiene complejo de Edipo, narcisista y complejo de emperador. Me ha amenazado, que me van a hacer secuestro express, a mis hijos los llama y les dice que les pegará un tiro”. “Nadie sale tranquilo, nadie sale en paz, de miedo que este señor ponga a alguien a seguirnos. Porque a mí me ha seguido, carros y motos sospechosas de noche. Gracias a Dios que hay guardas y hay medidas cautelares, aquí no entra. Porque las veces que entró pasaba y me insultaba, me amenazaba a mí y a mis hijos. Un hijo no hace eso con una madre, ni el maleante más grande hace eso con su madre y sus hermanos”.
Si don Juan Diego es capaz de hacerles eso a su madre y sus hermanos, ¿qué no sería capaz de hacerle al pueblo de Costa Rica? Un tipo así no puede ser presidente.
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