Tumbaron al arrogante Monstruo

Belén derrotó en la Cueva 1-2 a Saprissa que se vio mal con su equipo alternativo

El técnico morado Jeaustin Campos subestimó al colero del campeonato, plagó a su equipo de suplentes, dio descanso a varios de sus titulares y terminó sufriendo por su propia soberbia al caer 1-2 ante Belén.
No fue un experimento exitoso, fracasaron rotundamente y cada vez se vuelve una tradición ver como los saprissistas se abalanzan al árbitro cuando pierden; la altanería se pega.

Sin embargo, hay que dejar en claro que Belén se paró con autoridad y superó en todas las líneas al bicampeón nacional gracias a un hombre que hizo y deshizo en el cuarto de máquinas como es Keven Alemán.
Ya en las acciones de juego, los primeros 45 minutos mostraron poco para ambas escuadras, los locales buscaron el marco rival con Moya por las alturas pero sin el peso ofensivo para abrir el marcador.
Los belemitas poco a poco fueron faltándole el respeto a la S y bombardearon la portería de Carvajal.
Se sentía la tensión en la Cueva, el equipo se veía perturbado y no tenía como contrarrestar los embates florenses.
En el complemento Belén supo golpear en el momento justo, canalizó sus buenas acciones en gol y al 48’ abrieron el marcador.
En una buena acción desde la derecha, Rigo Ramírez sacó un buen centro y en el segundo palo cerró Bryan López para poner en ventaja a los visitantes; Carvajal que realizó un excelente primer tiempo cometió el horror de no cubrir el poste y la redonda ingresó para el 0-1.
Lejos de reaccionar al tener el marcador en contra, Saprissa siguió perdido. Estrada y Russell ni se sintieron en la cintura del campo, al final este último salió silbado.
A 20 minutos del final, de nuevo los belemitas celebraron las mieles del gol, Keven Alemán cerró una gran acción de López y puso los números de la pizarra 0-2. El volante fue clave y con personalidad comandó los tiempos de juego.
En el epílogo del cotejo, Moya descontó de cabeza, tras un buen pase de Angulo, sin embargo, eso fue insuficiente, pues el tiempo no le alcanzó a los tibaseños.

Walter Herrera
wherrera@larepublica.net