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COLUMNISTAS


¿Somos acaso vacas de ordeño?

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 05 febrero, 2021


Sinceramente

El gobierno y el estado están y deben de estar al servicio del ciudadano. El ciudadano no vive en una comunidad para servir al estado ni mucho menos. El gobierno de un país debe de tener las dimensiones y el número de funcionarios que los ciudadanos requieran, que los ciudadanos puedan costear, que puedan ofrecer servicios de calidad a quienes pagan los impuestos. Nunca al revés.

Muchas personas han creído en Costa Rica que el estado lo es todo. Que el estado es el hermano mayor que vigila y decide por todos, el policía que observa y manda nuestras conductas, el que determina cuáles son nuestras necesidades y hasta qué punto deben de ser satisfechas. Muchas personas creen que el individuo debe tener en el estado a quien le de satisfacción a sus necesidades personales y familiares y quien decida plenamente en todos los detalles de la sociedad. Valga decir que el individuo vale y existe en función de lo que el estado desee hacer con él. Esto clara y definitivamente no es ni puede ser así.

Vivimos en una sociedad en la que la voluntad y la iniciativa del individuo es la que prima sobre la comunidad, nunca la del estado. La iniciativa individual, el motor de los deseos y de las ambiciones de la persona son los que nos conducen y nos potencian. El estado no está allí para pensar por todos y menos para decidir por todos. El estado está allí para servir a los individuos y los ciudadanos determinan el tamaño y funciones del estado. El estado presta los servicios comunes. El estado es tan pequeño como quieren los ciudadanos o tan grande como los ciudadanos deseen pagar con sus impuestos. El estado no es el lechero que ordeña las vacas en su provecho.

Muchas personas no creen ni piensan así. El país ha vivido muchos años en el paternalismo, sistema en el que el estado le dice a los ciudadanos cómo deben de vivir, les suministra trabajo y servicios caros y dice resolverles sus problemas, a cómo unos cuantos que dicen pensar por todos, deciden. El país y sus partidos políticos lejos de estimular la independencia del individuo en su búsqueda de sus metas y formas de vida han estimulado el clientelismo. Así han acostumbrado a los ciudadanos, a que diputados y funcionarios de gobierno, ministros y asesores reciben sus solicitudes y les dan alguna respuesta a ellas. De esa cultura de dependencia deriva el poder de los dirigentes políticos del país. El pedir ha reemplazado al fortalecimiento del individuo. Extendemos la mano, no buscamos independencia.

Muchos han creído que el estado debe de gastar y gastar para mantener el sistema paternalista y clientelista. El estado se transformó en una herramienta de empleo para quienes son los amigos de los políticos y para quienes son las estructuras electorales de los mismos.

El estado gasta dos por cada uno de ingresos. Este año 2021 el presupuesto nacional será pagado en el 45% por los impuestos y el resto por una deuda adicional que ya monta el 80% del producto interno bruto.

El pago de intereses y amortizaciones de la deuda llega ya al 94% de todos los impuestos recaudados y todavía algunos esperan seguir endeudando al país. Las pensiones de lujo, regresivas y abusivas de los contribuyentes llegan al 3,6 % del producto interno bruto. Los pluses son ya mayores que las pensiones de privilegio y son a su vez un mecanismo que genera privilegios para algunos llegando al 4 % de la producción nacional. Si sumamos pensiones y pluses más el servicio de la deuda el total es el 21% de la producción nacional.

El sector productivo, los que producen y mantienen todos esos gastos, observan con temor cómo el estado gasta en lo que el país no necesita y deja de invertir en lo que debería ser la columna vertebral de la productividad nacional. ¿Desregulación? No, nada de eso. ¿Reducción de impuestos para que con más ingreso disponible los ciudadanos inviertan más, ahorren más y consuman teniendo mejor nivel de vida? No, al contrario. Más impuestos para que todo siga igual, para pagar pluses y pensiones de privilegio.

El desempleo en estos momentos es de un 21% Algo ha bajado, pero todos los desempleados provienen del sector privado. El sector público ha mantenido sus empleados y aumentado el gasto.

Vacas de ordeño, ganado ordeñado para provecho del estado es a lo que hemos llegado. Ordeñados para provecho y ganancia del gobierno y de pensiones de lujo, pluses, incentivos y servicio de deudas, tomadas para pagar pensiones, pluses e incentivos. A eso se limita la política hacendaria y económica de gobierno.

Ya no damos más, el esfuerzo ha sido tremendo. Este pasado año 2020 desaparecieron 29.000 empresas. De ellas comían familias, forjaban su futuro costarricenses emprendedores para ofrecer una mejor vida a los suyos.

Gasta el gobierno en lo que el país no quiere y no necesita. Gasta el gobierno para sostener los vicios que nos han llevado a esta situación. El gobierno no gasta en lo que debería y queremos los costarricenses para estimular la iniciativa privada y hacer de este país una nación más productiva.

El país necesita un cambio de pensamiento y de acción.

Emilio R Bruce profesor






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