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FORO DE LECTORES


Ser oportuno a la hora de estimular las economías

| Jueves 08 enero, 2009


Centroamérica/2009:
Ser oportuno a la hora de estimular las economías

Laura Frigenti
Directora para Centroamérica del Banco Mundial


Los últimos cinco años han sido francamente positivos para las seis economías centroamericanas. Entre 2004 y 2008, las tasas de crecimiento del PIB de los diferentes países estuvieron en promedio por encima del 5%, un hecho que no se observaba desde hacía 30 años y que ha contribuido a que la región haya reducido la pobreza a niveles no vistos anteriormente.
Sin embargo, todo apunta a que 2009 será bastante más complicado para la región.
En primer lugar, la crisis financiera global ha empezado a contagiar al sector real de la economía y a la fecha de hoy, la mayor parte de los países industrializados están en recesión, experimentando subidas en las tasas de desempleo, caídas de beneficios empresariales y compañías entrando en bancarrota.
En segundo lugar, si bien hasta hace unos meses parecía que la crisis podría quedar confinada a los países desarrollados sin afectar a los emergentes, en una suerte de desacoplamiento, las estadísticas más recientes apuntan a que las economías emergentes, incluidas las de la región, están siendo severamente afectadas por la crisis global.
Aunque las instituciones financieras centroamericanas no tenían en sus balances productos financieros “tóxicos” (del mercado inmobiliario), la turbulencia de los mercados internacionales ha dado lugar a que muchos bancos locales encuentren que el crédito se ha hecho mucho más caro y que existen dificultades para acceder o renovar líneas de crédito internacionales. Esto, unido a la incertidumbre de las empresas sobre la situación futura, tiene como consecuencia que el crédito doméstico al sector privado —con excepción de Panamá— se esté desacelerando marcadamente, con una tendencia al estancamiento.
¿Por qué es importante esto? Porque el crédito al sector privado es un elemento crítico para que las empresas puedan financiar tanto sus inversiones en capital productivo como sus planes de expansión, lo cual nos da un panorama del nivel de la actividad económica futura.
Por otra parte, el crecimiento de las remesas provenientes del exterior, que en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua representan entre el 10% y el 25% del PIB y que han venido financiando el consumo de un gran número de hogares centroamericanos, también se está moderando. Los últimos datos disponibles indican que en octubre de 2008, las remesas hacia Centroamérica fueron menores que las de 2007. Esta desaceleración preocupa porque existe una alta probabilidad de que provocará una caída de la demanda interna (y por consiguiente de la actividad económica) de los países receptores.
Como si esto fuera poco, las perspectivas de comercio exterior en 2009 no son nada halagüeñas para la región, dado que la mayoría de los analistas esperan una contracción del PIB de Estados Unidos en torno al 1% durante el presente año. Tomando en cuenta que Estados Unidos es el principal socio comercial de Centroamérica, no debería sorprender que el volumen exportable disminuya.
Todo esto sugiere que la región debe empezar a prepararse para lo que ha de venir en 2009 y parte de esta preparación debe ser una reflexión sobre el menú de políticas a disposición de los diferentes gobiernos.
Desde el punto de vista macroeconómico, las posibilidades de utilizar la política monetaria para afrontar la crisis parecen limitadas, no solo porque la dolarización está bastante extendida en la región, sino porque las caídas en los tipos de interés pueden no tener el efecto deseado en una situación de alta incertidumbre, donde tanto las empresas como los consumidores están más preocupados por la situación de la economía real que por el precio del crédito.
Otra opción, dado el espacio fiscal creado por la caída de la deuda pública y de los déficits fiscales de los diferentes países durantes los últimos años, estaría dada por un estímulo fiscal similar al que se está diseñando en Estados Unidos, es decir, dirigido a incrementar la (muy necesitada) inversión en infraestructura. Ello podría tener un impacto positivo tanto sobre la actividad económica como sobre la generación de empleo. Sin embargo, dado el efecto retardado de dichos estímulos, es prioritario comenzar lo antes posible a ejecutar dichos proyectos de inversión.
Otra área de acción es la supervisión de los sectores financieros. El frenazo que se está observando a la reciente expansión del crédito, unido a la esperada desaceleración económica, podría contaminar las carteras de las instituciones financieras regionales, por lo cual el monitoreo de los sistemas es particularmente importante en este contexto.
Finalmente, Centroamérica también podría diversificar su oferta exportable. Para ello se requerirán economías más competitivas, con menos trabas burocráticas y con más capacidad de adaptación.
Reconozco que la mejora en la infraestructura de la región, el fortalecimiento de los sectores financieros y la diversificación de sus mercados son acciones que la región debe tomar en cualquier caso. Sin embargo, la situación actual las hace más vigentes y sobre todo más urgentes.





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