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Reflexiones: La tasa de usura presentada por SUGEF no se apega a la técnica regulatoria

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 18 febrero, 2020


Usura es cobrar una tasa de interés por un crédito que supere de manera sustantiva los costos medios del mismo y un porcentaje normal de ganancia de la industria financiera. La usura genera un daño irremediable en el consumidor financiero dado que propicia la quiebra y la confiscación de bienes a usuarios del mercado financiero que podrían ser solventes a tasas razonables de interés. La usura es un delito y puede y debe regularse para evitar el deterioro del ecosistema social, para proteger al consumidor, para fomentar la competencia entre actores del sistema financiero y sobre todo, para garantizar que los recursos del público, del ahorro de los ciudadanos, se transfieran apropiadamente entre los distintos sectores económicos, sobre todo, aquellos destinados a mejorar la producción, la innovación y el crecimiento del país. Los mercados financieros usureros tienden a privilegiar la especulación financiera, por lo que los créditos se asignan de forma muy desproporcionada a favor del comercio y del uso del crédito personal de consumo, dejando de lado el crédito para actividades productivas y el desarrollo.

En Costa Rica claramente se ha diagnosticado un problema muy serio de usura en el mercado financiero, tanto el mercado formal como en el mercado negro o informal de crédito. Este problema se muestra en un rango de tasas de interés que supera el 50% para algunos productos financieros y tasas muy diversas y dispersas entre entidades del sistema financiero. Por otra parte, se tienen estadísticas devastadoras en relación con la quiebra o cobro judicial que llegan a representar casi un quinto de la población y cercana a un tercio de la Población Económicamente Activa PEA. Por otra parte, existe un problema serio de falta de competencia o concentración de mercado en muy pocos actores en los segmentos de productos usureros, tales como los créditos de tarjetas o los créditos de productos comerciales.

En un contexto normal de funcionamiento del Estado, la regulación de la usura vendría de la Superintendencia de Bancos SUGEF o del actor coordinador de la política monetaria, el Banco Central. Sin embargo, ambos entes están claramente capturados por los actores participantes en el mercado financiero, es decir, por los bancos y sus gremios, tales como la Asociación Bancaria Costarricense. Esto es muy común que suceda en los países pequeños con entes regulatorios débiles y se ha tipificado como un problema clásico en la literatura económica, conocido como captura regulatoria. Los resultados de dicha captura regulatoria son una débil o poca competencia efectiva, el uso de poder de mercado para fijar los precios o tasas de interés, la creación de prácticas comerciales no competitivas y abusivas, tales como el sobreprecio de multas, altas comisiones en datafonos y un sin número de sobrecargos a los intereses originales, muchos de ellos sin la consulta y en contraposición a la regulación existente. Todo lo anterior es producto de una fuerte vinculación entre los actores participantes y los nombramientos de juntas directivas o de reguladores en el sistema financiero. Estas vinculaciones hacen que los puestos fluyan entre banqueros o sus representantes que van y vienen de la banca a la gestión regulatoria y viceversa. Este tipo de práctica o captura regulatoria hace muy poco técnicas las decisiones del regulador y su función se convierte en justificar o dejar pasar los grandes desaciertos o prácticas no competitivas de banqueros en el sistema.

Resultado de la usura se consolida entonces un doble mercado que opera en la parte formal y en la sección informal. Al amparo de las autoridades regulatorias, los bancos van enviando al cobro judicial a muchos de sus malos negocios, dejando limpias sus cuentas y muchas veces pasando por pérdidas, actividades que luego son ejecutadas por bufetes especializados en estrecha coordinación con los primeros, los bancos. Así es el negocio, la quiebra de unos se convierte en un jugoso negocio de otros. Los bancos y banqueros salen con sus manos limpias y el consumidor financiero medio, usted y yo, paga una tasa mayor de interés promedio para compensar los malos negocios de los banqueros. Es claro entonces que se subsidia los aventurados préstamos a tasas de riesgo totalmente fuera de las permisibles actividades dictadas por las normas de Basilea.

Por lo anterior y haciendo números, “no me cuadran los datos de la tasa de usura de la SUGEF”. Es sencillo, su muestra es oscura y poco coherente con los intereses de los consumidores, los datos son altamente sensibles ante pequeñas variaciones de los supuestos, lo que muestra inconsistencia técnica. Empero, cuando se trata del coste del riesgo, asume que en el marginal precio de la usura se está prestando con un costo por concepto de riesgo o incobrables que supera el 50% del total de la tasa de interés, lo que significa que más de la mitad de los créditos a ese margen extremo de la usura deberían a priori se considerados incobrables. Esto a todas luces es totalmente ajeno a una sana y básica regla regulatoria.

Todo lo anterior, no es una simple equivocación, da cuenta de una alternativa regulatoria totalmente errática, falta a la técnica y sobre todo, que favorece el mantener el estatus quo de la usura en el mercado. Ante lo descrito nos preguntarnos, si la SUGEF y el Banco Central están del lado de los banqueros, ¿quién estará del lado del consumidor financiero? Espero tener respuesta de los señores diputado en las próximas semanas. El pueblo, espera su comportamiento señores diputados con mucho interés y sigilo, sabrá discernir, entre una decisión a favor o en contra de la usura y de los usureros o una decisión en contra. Siempre es bueno recordar que no muy lejos en su vida y en su caminar por la política deberán rendirle cuentas al elector, ese que tiene sus deudas al tope, ese que ha sido presa de la usura, ese que ha perdido su negocio, su casa, su carro, su finca y hasta su salud mental y física. A esos votantes deberá rendirles cuentas usted, señor diputado o diputada, usted tiene la palabra.


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