Reflexiones: Calidad de la educación, más allá de una métrica
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 21 abril, 2020
La educación es el principal instrumento para garantizar una amplia democratización de las oportunidades en la sociedad. Es también, un motor sustancial para el desarrollo económico y social de nuestro tiempo. El acceso a la educación de calidad debería ser un requisito fundamental en nuestra sociedad. Empero, si bien se habla mucho del tema y se han venido incrementando los presupuestos públicos en educación en los últimos 25 años, existe una gran tarea pendiente, la calidad de nuestra educación.
La calidad de la educación es una variable compleja cuyo constructo puede ser aproximado de distintas formas y desde distintos ángulos. Podemos interpretarla desde distintas corrientes de pensamiento e inclusive, podemos reducirla a unas cuantas métricas como pareciera ser la tendencia en los últimos tiempos. Sin embargo, el éxito de la sociedad en este campo se refleja en lo que Amarty Sen, premio Nobel de Economía llama, una larga y buena vida. La calidad de la educación es una variable que puede medirse en distintos puntos o momentos de la vida de las personas, pero en cada momento que se mide, los resultados no son puntuales, sino que miden el acumulado en la formación de competencias, duras y blandas, con las que cuenta el ser humano en ese momento del tiempo. Algunas de esas competencias provienen del entorno familiar, otras de la escuela, colegio o universidad e inclusive, podríamos decir, que el éxito medido en otros momentos de la vida laboral, es también el reflejo de los aportes del sistema educativo en las distintas etapas.
Así las cosas, definir dónde y cómo se mide el éxito del sistema educativo no es una tarea fácil, por supuesto que en un contexto dónde se intente medir los cúmulos de conocimiento, el lugar más común es el de final de ciclo escolar o colegial, o inclusive mediante pruebas de acceso a la Universidad o exámenes de grado cuando culmina una carrera e ingresa al mundo laboral. Sin embargo, el momento más importante para verificar la calidad del producto educativo es en la vida real, el trabajo, la familia, la interacción social y sus resultados a lo largo de su vida. Los resultados de una prueba de conocimientos son sólo una versión parcial e incompleta de lo que sucede en determinado momento y pueden llevarnos a cambios radícales en los estilos de enseñanza, sin tener consciencia de lo verdaderamente relevante para el éxito.
Debemos tener presente que las mediciones de resultados en educación, son el acumulado de conocimientos, competencias, habilidades y destrezas que desarrollamos a lo largo de la vida. Debemos también tener consciencia que es imposible medirlo todo con pruebas o con instrumentos y que por lo tanto, hemos de ser muy cuidadosos de utilizar una única prueba o constructo de variables para aproximar algo, tan complejo y delicado, como la calidad de la educación. Empero, las verdaderas pruebas de nuestras competencias educativas están cuando ingresamos al mundo laboral o cuando enfrentamos de forma independiente nuestra carrera en la vida en sociedad. Qué no se olvide nunca que las pruebas puntuales de medición son solamente un test en el tiempo y en la mayoría de los casos, solamente mide conocimientos aprendidos. La verdad es que en el resto de sus vidas, los muchachos y muchachas van a necesitar utilizar esos conocimientos con sabiduría y empatía, con fortaleza y entusiasmo, con energía y responsabilidad. La calidad de la educación también refiere a esos temas no fáciles de medir o de interpretar con el resultado duro de una prueba de conocimientos.
Vivir largo tiempo y vivir bien, es quizás la prueba más importante a pasar para demostrar que, efectivamente, nuestro sistema educativo y el ecosistema de nuestro entorno han sido útiles. No debemos olvidar que la educación, es el mejor mecanismo para independizar al ser humano, para hacerlo libre y al mismo tiempo, responsable de su vida, de su entorno y de su futuro. Si nos topamos en la calle y en los barrios o lugares de trabajo, personas ofuscadas, amargadas, molestas o inclusive desesperadas, seguramente algo les faltó en sus entornos educativos. Si vemos cada día más violencia, menos tolerancia, más individualismo y menos participación comunitaria, seguramente algo faltó también en su formación educativa. Empero, si vamos entonces a hablar de calidad en la educación, hablemos de todo eso y más, no simplemente de métricas o de parámetros momentáneos que pasan unos cuántos que han tenido derecho a la secundaria y otros menos, que siguen la educación universitaria en el país. La calidad de la educación sigue siendo un tema por discutir y seguir analizando en función del éxito de convivencia democrática y de desarrollo de nuestra sociedad.
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