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Próximo paso

Carlos Camacho ccamacho@grupocamacho.com | Martes 13 febrero, 2018


Próximo paso

Este proceso que lleva a Costa Rica a una segunda ronda de elecciones, es un complejo fenómeno que podemos sin duda tornar en una gran oportunidad de pacto nacional. Es evidente que todos los sectores, con independencia de su resultado, han adquirido clara conciencia de que el alineamiento requerido por el país excede los límites de lo electoral y se planta frente a los dos señores candidatos como el reto de cohesión con propósito.

Estamos en un punto de inflexión en el que por las circunstancias económicas, el lujo de errar está vedado. Es indispensable lograr un acuerdo marco nacional en materia de rescate económico y financiero del país. Los niveles de endeudamiento y déficit han topado límites de altísimo riesgo, no solo para la estabilidad macroeconómica, sino de manera especialmente preocupante, para la estabilidad social.

Tal y como recientemente lo hicieron los partidos socialdemócrata y socialcristiano en Alemania, requerimos un acuerdo inmediato, no hay tiempo para largas distracciones, ya que el público local y los mercados internacionales están altamente temerosos, esto genera un estado de aceleración en la desmejora de los elementos objetivos como lo son el empleo, la inversión, el ahorro, la colocación de deuda externa entre otros.

El gran acuerdo nacional debe tender puentes para hablar ahora, de los temas que no se trataron en la campaña recién pasada, distraídos por asuntos de orden circunstancial, nuestra brújula país perdió el norte magnético de la sensatez, la confianza en equipos experimentados y se desdibujó, en lo que hoy de manera residual son dos fuerzas con falencias importantes en su capacidad propia para lograr gobernar nuestro país en los días venideros, el horizonte así visto es de grandes nubarrones que anuncian tiempos de tormenta económica y posibles levantamientos sociales, que no queremos invocar siquiera, pero seríamos ilusos en creer que eso no pasa en Costa Rica.

El que tiene equipo, aunque con rendimientos decrecientes si no hace los recambios, tendrá que ceder posiciones para que pueda ser atractivo a un efectivo gobierno de concertación nacional. El que no, tiene la oportunidad de oro de tener muchos asientos vacíos y mucho capital intelectual de gran talante que merecen conformar parte de una iniciativa país, con una agenda pactada, tanto por el Ejecutivo, como por el Legislativo. La numerología da para un gran acuerdo sin precedentes, que plantea una posible conformación de mayorías inusitadas en las últimas décadas y causante del fenómeno de la ingobernabilidad entre otros disparadores.

No basta con numerología, se requieren voluntades y una clara agenda nacional, configurada por protagonistas de gran credibilidad en el colectivo social, bandera que han enarbolado dos grandes pilares del pensamiento y análisis del fenómeno de la cosa pública en Costa Rica como lo son El Estado de la Nación y el INCAE. Si dejamos que los técnicos expertos, que sin pasiones ni mezquindades se han ofrecido a la confección de esta agenda, la formulen y guíen su discusión para el pacto, habrá motivos para pactar, un norte nuevo que recupera la confianza y credibilidad institucional del país, dando un golpe de timón que nos aparte del nebuloso horizonte descrito, hacia las aguas de acuerdos supremos.

Para esto necesitamos que los partidos acepten que requieren consensuar en la agenda, comprometer sus bancadas y tener equipos idóneos en el Ejecutivo, con talentos provenientes de donde el talento está, mayormente fuera de sus partidos, generando el inicio de un círculo virtuoso, como el que merecemos todos y cada uno de los costarricenses.

Debemos pactar también que no todo se podrá resolver, apegados a un claro principio de realidad, por tanto, debemos lograr que se haga en la agenda nacional una primera labor de priorización, sin la cual los acuerdos y las métricas de los mismos serán más estériles que su inexistencia misma.

Debemos hacer una veda electoral respecto del fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, así como del paupérrimo e insensato manejo del mismo dado por la señora vicepresidente de la República, para que el asunto que es un tema ahora de mero derecho sea abordado por las autoridades competentes y no enturbiemos la mente, la visión, la sensatez por algo que, aunque lleguemos o no a un acuerdo en las esferas políticas, no es a estas a las que corresponde definir. En consecuencia, de esta veda, debemos pactar también una tregua a la intifada religiosa que en consecuencia del errático manejo dicho se ha desatado. No invitamos a ninguna de las partes a abandonar sus principios, creencias y valores, todo lo que les pedimos es que dejemos esas armas en veda en esta segunda vuelta electoral, para concentrarnos en lo trascendente.

Costa Rica puede salir adelante si hace esta decisión histórica, no una parte, sino toda ella, en su conjunto, sin parches, con nitidez visionaria en la construcción de un país modelo como el que añoramos; porque ha sido arrebatado de las manos de los costarricenses, por la corrupción empresarial de algunos “vivillos”, que se han valido de la clase política para favorecerse en lo particular en detrimento de la mayoría. Soy un defensor ferviente de la empresa privada, de la libertad de los mercados y del rol de mínima interferencia que debe jugar el Estado, pero no podemos dejar de decir que esto apesta cuando se ha confundido el servir con el servirse.

Es la hora de este gran acuerdo, si no en realidad da igual por quien votemos, solo conoceremos el nombre, pues el apellido esta pactado, del capitán del Titanic que indefectiblemente se hundirá, en el mar de la pequeñez de mente y falta de rectitud de intención.

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