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COLUMNISTAS


¡Protestas democráticas!

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 19 julio, 2019


Sinceramente


En democracia el pueblo es quien elije gobernantes en tiempo electoral. La soberanía es ejercida a través del voto en las elecciones. La soberanía se delega en los diputados de la Asamblea Legislativa para que ellos a su vez hagan las leyes y nombren a los magistrados, al Contralor General, Sub Contralor General y al Procurador General de la República. La Asamblea Legislativa como depositaria del poder popular tiene una enorme influencia y capacidad de decisión. Los electores tienen una gran responsabilidad en su elección. Elegir por vacilón o por que otros empujaron esa decisión podría ser en extremo dañino y peligroso.

La participación del pueblo no termina aquí, ya que el derecho de petición y el derecho de protesta están garantizados por la Constitución Política del país. Sin perjuicio de ello hay caminos establecidos para pedir y para protestar en democracia. El orden público y la libre movilización de los ciudadanos que no están protestando deben de ser garantizados por el gobierno y por los que protesten. No hay derecho sin deber, no hay potestad sin obligación. No hay libertad sin respeto a la libertad ajena.

En una democracia deliberante como la que vivimos en Costa Rica muchas veces se confunde huelga con protesta y desordenes con legitimidades. Muchas personas protestan contra el Poder Ejecutivo por proyectos de ley en manos de la Asamblea Legislativa sin reparar que la división de poderes impide al Poder Ejecutivo en la mayoría de las oportunidades intervenir en el proceso legislativo. La ignorancia es tan mala consejera como el autoritarismo de imponernos o la arrogancia de creer que tenemos derecho a cualquier cosa.

En democracia las cosas no son como se quieren sino como se deben y los derechos están aparejados con los deberes. Tenemos derecho de protestar pero no tenemos derecho a evitar que otros trabajen, otros se curen, otros compren gasolina o reciban electricidad y telefonía. Nuestras libertades y nuestros derechos están limitados por las libertades y derechos del resto de los ciudadanos. La protesta no es un permiso para incumplir leyes o agredir instituciones.

Algunos colegios, unos cuarenta y cinco de ellos, entraron en paro y se manifestaron un día de estos. Algunos pusieron candados en los portones de los colegios para impedir que quienes deseaban recibir clases no pudieran y se vieran forzados a estar en paro. Algunos bloquearon el tránsito poniendo obstáculos en la vía. Ninguno de los dos expedientes forma parte de los derechos ciudadanos de protesta. Ambas acciones son delictivas y reprochables. Tal protesta pareciera más enfocada en hacer daño que en encontrar soluciones.

La violencia de eliminar la libertad ajena para forzar el cumplimiento de las exigencias formuladas por encima de leyes y de la constitución no es la ruta prevista en democracia para las protestas. Una protesta pública tampoco es una huelga y las protestas que se desarrollen dentro del tiempo laboral interrumpiendo las labores de instituciones, escuelas, hospitales, telefonía, distribución de combustibles, funcionamiento de muelles, los trabajadores en paro no deberían recibir salario y los mecanismos de disciplina laboral deberían ser aplicados. No tiene por que costear el paro o la protesta el patrono cuando el mismo no es parte de una discusión de derechos obrero patronales de la organización empleadora.

Los sindicatos están prohibidos de participar en partidos políticos. Los sindicatos no están permitidos de hacer huelgas políticas ya que esa herramienta no es sino el mecanismo para que los empleados busquen reivindicaciones laborales con su patrono. La confusión de paros y protestas con huelgas y el diferente tratamiento que reciben en la ley es algo que no debe pasarse por alto. Las diferencias en asuntos políticos se resuelven en democracia eligiendo a los representantes que sean voceros de nuestras ideas y aspiraciones.

La democracia es un sistema en el que el ejercicio de la soberanía se ejerce en el período electoral y al emitir el sufragio secreto y libre, universal y pacífico. La democracia de las calles no es más que la excusa para decir que el pueblo protesta. Arrogarse la representación del pueblo es un delito llamado sedición. Los representantes legítimos del pueblo son los diputados y nadie más. El pueblo es soberano en su elección. Pasada la elección la soberanía reside en los diputados.

De allí la importancia de elegir diputados de manera seria y producto de una reflexión. Elegir a quienes van a administrar los asuntos comunes del país y los que van a ejercer la soberanía haciendo leyes es un asunto supremamente serio. Sin embargo los costarricenses tomamos a la ligera y con desdén las elecciones y el abstencionismo es cercano al 30% del padrón.

La elección debe hacer a los electores analizar las capacidades, la preparación y las ideas e intenciones de quienes van a ser electos. Las protestas políticas se dan en campaña electoral. Allí es dónde se elige a quienes van a tomar las decisiones políticas congruentes con nuestros deseos. Electos, las protestas les harán conocer nuestra insatisfacción para mejor proveer de su criterio a la hora de vota. Las protestas dentro de la ley no aquellas abusivas de la libertad y las labores de otros.

Los vicios y las omisiones electorales, los yerros al elegir, las pifias al escoger, los temas que deslumbran y desvían la racionalidad de la escogencia con herramientas que impiden el uso de la razón y atropellan las decisiones con pasiones desatadas y temas de relumbrón son enemigos de la democracia y del país.

No hay una sola decisión política que no tenga un gran contenido de pasión de adhesión a la causa y de repudio al adversario, pero las decisiones deben de ser cada vez más pausadas, racionales y fruto de la reflexión. De lo contrario podríamos terminar eligiendo a un matón, a un populista, o a una persona que descarrile al país y a la democracia de manera definitiva.



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