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Preservativo: ¿Sí o no?

David Gutierrez david@gutierrezcr.com | Martes 28 diciembre, 2010


La prohibición de la Iglesia Católica para usar las formas artificiales de control de natalidad surgió desde hace varios siglos. Más recientemente, en los años 30, el Papa Pío XI escribió la encíclica Casti Connubi, en la que se afirmaba la prohibición de métodos artificiales de prevención de embarazos. En 1960, Karol Wojtyła, Obispo de Cracovia y futuro Papa Juan Pablo II, publicó su libro “Amor y Responsabilidad”, en el que defendió la posición tradicional de la Iglesia Católica en relación con la planificación familiar.

La regulación eclesiástica más actual sobre el tema es la encíclica Humanae Vitae, publicada el 25 de julio de 1968 por Su Santidad Pablo VI. Esta encíclica, que lleva el subtítulo “sobre la regulación de la natalidad”, prohíbe el aborto, aunque sea por razones terapéuticas, así como la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer (sea mediante la vasectomía o el ligamiento de trompas). Además, establece una prohibición más general a toda acción que se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación. El único medio de control de natalidad que permite es la abstinencia durante la fase fértil del ciclo menstrual. La encíclica se publicó, curiosamente, en el momento en que salieron masivamente a la venta los anticonceptivos de uso oral.

El pasado 23 de noviembre se presentó el libro “Luz del Mundo: El Papa, la Iglesia, los signos de los tiempos. Una conversación del Santo Padre Benedetto XVI con Peter Seewald”. En esta entrevista, Benedicto XVI dijo, contrario a la posición sostenida de la Iglesia Católica desde 1968, que “pueden darse casos particulares en que está justificado el uso del preservativo”. Aunque la justificación se limita a combatir el sida o a casos de prostitución, es la primera vez en la historia que un Pontífice se abre al uso del preservativo. Lo curioso es que ese mismo Pontífice dijo en marzo de 2009, en una visita a Africa, que el sida no se podía evitar por medio de preservativos y que, por el contrario, estos “aumentaban los problemas”. Como era de esperar, esas declaraciones causaron reacciones muy negativas en la comunidad internacional, incluyendo organizaciones no gubernamentales y gobiernos.

Damos la bienvenida a la apertura del Vaticano sobre el tema, porque la verdad es que era difícil de entender (y todavía más difícil de explicar) la posición histórica y tradicional de la Iglesia. Sin embargo, ¿qué hacen ahora aquellos fervientes católicos que tuvieron más hijos de los que podían mantener, porque por siglos los sacerdotes de sus localidades les dijeron que planificar con preservativo era pecado? ¿Quién les va a ayudar a esos cristianos a costear la alimentación y educación de esos hijos? ¿A qué se debe el cambio? ¿Irá a haber otros cambios o rectificaciones sobre otros temas?

Por otro lado, eran pocas las personas —incluso las cristianas— que hacían caso a los preceptos de moral sexual del Vaticano. En Costa Rica —un país en el que el 69% de sus habitantes se proclama seguidor de la Iglesia Católica— la encuesta nacional de salud reproductiva de noviembre de 2009 concluyó que un 81% de mujeres entre 18 y 44 años asegura utilizar métodos anticonceptivos. Pareciera entonces que tantos siglos y encíclicas calaron poco en la práctica sexual moderna de los costarricenses. Estas estadísticas se repiten en muchos otros países del mundo.

Podríamos afirmar que la posición actual del Papa es otra reacción, pero esta vez a la práctica de la mayoría de la humanidad. Bien lo dice un conocido principio jurídico, “la costumbre hace la ley”. También lo dijo Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros.”

David Gutiérrez, david@gutierrezcr.com

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