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COLUMNISTAS


¿Por qué mueren los partidos políticos?

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 27 julio, 2022


Es un fenómeno que se ve en toda la América Latina; los partidos cada vez juegan un papel de menos importancia en los sistemas políticos. Hay tres resultados principales que provoca la desaparición de estas instituciones. Primero, las personalidades se han convertido en lo más importante en todo lo que es el proceso electoral; los electores apuestan a individuos al ejercer el sufragio y no a instituciones. Esto tiene implicaciones, pero sobre todo pudiera provocar inestabilidad. (Pensar en Calígula).

Segundo, el proceso de creación de leyes, proyectos, y direcciones, se complica en las legislaturas. Tradicionalmente cuando un proyecto de ley llegaba al congreso esto ya había pasado por un proceso a lo interno de un partido político. Esto implicaba negociaciones internas, compromisos, estudios todos dentro de una de estas instituciones. Ahora llega el proyecto con “la tinta aun fresca” y se requiere mucho tiempo adicional para negociar su conversión a una ley. Las negociaciones ahora son más complejas y hay más división dentro de la Asamblea.

Tercero, el partido político ha sido el enlace principal entre los votantes y las instituciones del gobierno. Los partidos “controlaban a la burocracia” y limitaban a sus excesos. Los ciudadanos “miembros” de un partido” tenían un punto de acceso a través de un diputado, un regidor, un líder de la comunidad de esa persuasión y estos “representantes” ayudaban a conseguir placas para taxis, permisos de todo tipo y sobre todo empleos para “recomendados.” En épocas inmediatamente post electorales el partido político ganador parecía una “feria de búsqueda de empleos.”

En Costa Rica la brecha entre los ciudadanos y sus “representantes” es tan amplia que se pudiera decir que el concepto de “república” se ha perdido. Los diputados no representan a nadie con claridad y los ciudadanos ni conocen los nombres de estos “padres de la patria.”

La Constitución Política, en contraste a las de otros países, explícitamente da tareas a los partidos políticos. No es posible ser candidato a puesto de elección popular sin el apoyo de un partido político debidamente registrado. Esto ha llevado a un proceso similar a países como Guatemala, donde una persona que quiere ser candidato presidencial inventa un partido nuevo o alquila o compra uno existente. A veces lo que ha ocurrido es burdo en sus acontecimientos.

En la gran mayoría de las democracias si se celebra una elección primaria en un partido político, el que pierde no puede salir a alquilar o adquirir de otra manera otra agrupación y presentarse en los comicios generales como candidato. En Costa Rica sí se puede.

En este país para diputado se vota no por una persona si no por un partido político. Pero sí después a un diputado no le gusta su partido el Tribunal Supremo de Elecciones le permite declararse “independiente” y seguir con su curul. Es totalmente antidemocrática esta práctica.

Está claro que hay que resucitar a los partidos o si no se puede, reformar a la Constitución. En lo personal prefiero que reaparezcan partidos de verdad en Costa Rica.

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