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COLUMNISTAS


¿Para qué sirven las encuestas de opinión pública?

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 17 mayo, 2023


“Las encuestas no sirven.” “No creo en las encuestas.” “Están viciadas las encuestas.” Todas estas frases se oyen con frecuencia en todos lados; pero a través de estudios hechos por medios se sabe que la gente lee o ve los resultados – les fascina. Es difícil visualizar un mundo donde no existieran. Vale la pena entonces evaluar estas mediciones y determinar si sirven para algo. Lo que es definitivo es que, en las sociedades totalitarias como Cuba y Nicaragua, no se permiten encuestas que no sean controladas por el gobierno – Diaz Canel y Ortega sí están conscientes que sirven para algo. ¡Y no les gustan!

Las encuestas de opinión pública, cuyos resultados se publican, en sociedades con gobiernos que representan y sirven a sus pueblos, funcionan para dar al pueblo una silla en la mesa donde se toman decisiones. Con el deterioro de los partidos políticos y la creciente brecha entre legisladores y los habitantes, los gobernantes pueden darse cuenta de las necesidades, los anhelos, los problemas y las aspiraciones de los pobladores a través de estas mediciones. Cuando se pregunta a una muestra “¿Cuál es la preocupación principal que tiene usted y su familia?” y la respuesta de la mayoría es “hay mucho crimen y delincuencia en el barrio o comunidad donde vivo” da a los presidentes y/o los legisladores una idea de a qué deberían estar abocados.

El sistema da la opción a los ciudadanos de escoger sus líderes y “sus representantes” cada cierto período de tiempo, pero como en pocos países hay reelección no hay opción de dar notas formales a los que después no sirven. Las encuestas sí dicen si consideran si trabajan bien o mal los líderes y por lo menos se sabe cuál expresidente se considera como alguien que se pudiera reelegir si fuera posible constitucionalmente.

Antes las decisiones se tomaban entre hacendados, sacerdotes, dueños de medios, empresarios grandes, líderes sindicales y similares; con la llegada de las encuestas publicadas en medios el pueblo también puede externar y exigir que se tome en cuenta.

Durante los 46 años que ha funcionado la CID/Gallup los dirigentes han recibido ofertas de dinero para “ratings” de medios, de “intención de voto” de políticos y de otros para lograr cambiar los datos resultados de sus estudios. Con orgullo puedo decir que nunca en ese período de tiempo hemos aceptado. Estamos convencidos que es por nuestra probidad que hoy CID/Gallup es respetada.

Las encuestas preelectorales siempre crean controversia – los candidatos que salen mal (que es todos menos uno) denigra los resultados. “Ellos están comprados” es uno de los refranes más comunes que se oyen en campañas desesperadamente buscando recursos para pagar publicidad, operaciones y salarios. Los tribunales electorales (mediocres muchos) buscan controlarlas apoyados por diputados ignorantes de las constituciones que garantizan libertad de expresión. Ahora en elecciones con menos participación de los votantes y más volatilidad los resultados cambian tarde. Pero los encuestadores realizan su tarea y sus datos son usualmente fidedignos.

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