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OECD: educación vocacional y técnica en Costa Rica

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 25 septiembre, 2017


Disyuntivas

OECD: educación vocacional y técnica en Costa Rica

El estudio de la OECD, Education in Costa Rica (2017) nos ofrece importantes puntos de vista sobre nuestra educación técnica.

Ese estudio —confirmando lo que se ha venido señalando en el país— revela la necesidad de hacer más inclusiva y atinente la educación diversificada para abrir posibilidades reales de acenso a la población joven, y no ser solo un medio de acceso a la educación universitaria académica para apenas la mitad de los jóvenes.

Recalca que la participación de este tipo de educación dentro de la secundaria (un 22%) es bajo comparado con los países de la OECD y algunos de América Latina, y lo atribuye a que como una modalidad de la educación secundaria que conduce a estudios universitarios, comprende los años del tercer ciclo (sétimo, octavo y noveno) y otorga muy poca salida hacia estudios vocacionales de corta duración.
En este mundo que demanda cada día mayores niveles educativos de todos para disminuir la pobreza y la desigualdad, la educación del ciclo diversificado debe atender las demandas de jóvenes que no solo aspiran a una educación universitaria, sino también a carreras cortas que les permitan una inserción exitosa en la fuerza laboral, y los prepare en habilidades que les permitan —a largo de su vida— reentrenarse para diferentes opciones de trabajo. Ello exige cambios sustanciales en nuestro sistema.

La educación técnica en su modalidad actual eleva el aprecio por ella pues otorga a sus estudiantes el mismo camino de ingreso a la educación universitaria. Pero para lograr eso a la par de dar formación vocacional en diferentes especialidades laborales, demanda un año extra de estudios. Esto no llena las necesidades de estudiantes que no están dirigidos a seguir con una educación académica, y preferirían un mayor entrenamiento con cursos cortos para tareas laborales.

A la par de los colegios técnicos, el INA provee enseñanza vocacional no formal que prepara trabajadores calificados, técnicos y técnicos especializados. La demanda por entrada al INA es mayor a su oferta de espacios para el estudio. Pero su rol en dar oportunidades a estudiantes graduados de secundaria es muy limitado. Solo un 30% de sus alumnos ha terminado secundaria.

Este estudio de la OECD concluye que la enseñanza técnica cumple un papel muy pequeño en preparar personas directamente para el mercado laboral, un 60% de sus graduados prosigue con cursos académicos.

Y señala: “Existe evidencia de que Costa Rica enfrenta escasez de habilidades técnicas y profesionales de alto nivel. Los empleadores dicen que las tres áreas que experimentan las mayores dificultades de reclutamiento son los técnicos, los gerentes y los oficios especializados”… “La escasez de habilidades de nivel superior combinadas con una gran población de personas no calificadas resulta en uno de los mayores diferenciales de salarios en favor de los trabajadores especializados que se da en América Latina. Los trabajadores altamente calificados ganan en promedio más de tres veces más que los trabajadores poco cualificados”. La baja remuneración y poca demanda para los trabajadores no especializados es una de las principales razones del aumento de la desigualdad en nuestro país, a contrapelo de lo que ha ocurrido en América Latina en este siglo.

Para enfrentar estos problemas la OECD propone continuar con la aplicación de su sugerencia de 2014 de mejor coordinar las tareas del Ministerio de Educación y del INA. Además, seguir incrementando la proporción de graduados de enseñanza técnica; mejorar las relaciones y la integración de la enseñanza técnica con las empresas (enseñanza dual) y modificar los colegios técnicos para que solo se dediquen al ciclo diversificado, y lo hagan en dos años, con un examen de conclusión diferenciado al bachillerato académico. Sería necesario establecer, al estilo de Alemania, un mecanismo de estudios adicionales para preparar a los jóvenes que —concluida su enseñanza secundaria técnica— deseen entrar a seguir una carrera universitaria académica. Los mismos colegios técnicos podrían ofrecer para sus graduados programas de corto plazo (seis meses a dos años) para la formación de técnicos más capacitados, lo que permitiría a muchos jóvenes sin vocación académica, desarrollar habilidades que les aseguren una alta competencia laboral y buenas remuneraciones.

¿Están los candidatos a la presidencia y a las diputaciones conscientes de estos temas y tendrán el coraje de enfrentarlos?

De la respuesta a esta pregunta dependerá que la educación pública —con los inmensos recursos que se le están dedicando— pueda atender al 50% de jóvenes que hoy no terminan secundaria, y así cumplir con sus objetivos de prepararlos para el mundo tan demandante de habilidades y de capacidad de ponerlas al día que les tocará enfrentar. Y de eso depende que podamos avanzar hacia disminuir la pobreza y tener una sociedad más inclusiva y con mayor bienestar. 

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