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¡No más violencia en las calles!

Luis Mesalles lmesalles@ecoanalisis.co.cr | Jueves 25 octubre, 2007


La muerte de tres jóvenes hace un par de semanas en un accidente automovilístico ha despertado, de nuevo, la preocupación de muchos sobre la inseguridad que impera en nuestras calles y la necesidad urgente de hacer algo para resolverlo.

Este incidente ha pegado muy cerca de nuestra familia, ya que estos jóvenes formaban parte del grupo la Kzona, dirigida por nuestros amigos José y Yeya, y al que nuestra hija también pertenece. Natalia, Rebeca y Diego fueron tres jóvenes que, estando en la flor de su juventud, sirviendo al Señor y al prójimo, se encontraron con un conductor ebrio e irresponsable que acabó con sus vidas aquí en la tierra.

El problema de la violencia en las carreteras no tiene una solución fácil, ya que se debe atacar desde muchos flancos. La Ministra de Transportes tiene presentado un proyecto de ley en la Asamblea Legislativa desde hace días, en el que pretende imponer multas más onerosas a los infractores de las leyes de tránsito. Además, introduce un sistema de puntaje, que ha funcionado muy bien en otros países para reducir accidentes, ya que permite quitarles la licencia de conducir a aquellas personas que repetidamente cometan infracciones.

Sin embargo, nos entran dudas sobre la aplicación de las medidas. En la actualidad, ni siquiera se cumplen las que existen. Es usual ver como un conductor que ha sido detenido en múltiples ocasiones por estar ebrio, sigue poniéndose al frente de un volante, aunque le hayan quitado la licencia. Además, con multas más fuertes, el incentivo para “dar la mordidita” al tráfico será todavía más grande. La impunidad es un mal terrible que nos aqueja. La amenaza de perder la licencia debe ser creíble para que se reduzca, parcialmente, la cantidad de conductores ebrios que amenazan el derecho de muchos otros de andar por las calles de manera segura. En ese sentido, se debe trabajar más duro en la formación de oficiales de tránsito, y que esto venga acompañado de un castigo fuerte a los que comenten algún “chorizo”.

Sin embargo, la solución va más allá que simplemente poner más multas. Se requiere un cambio de cultura general, sobre todo en lo que respecta al licor y el trato hacia los demás. No es posible que casi todas nuestras actividades sociales deban girar alrededor del licor. “Si no hay licor, no hay diversión”, parece ser la consigna de muchos. Y en eso, muchos padres de familia pecan, al permitir que sus hijos, desde muy temprana edad, tomen licor.

Pero, además, en la Costa Rica de hoy se ha arraigado la cultura egocentrista, de pensar solo en lo de uno, sin importar a los demás. “Yo soy libre de hacer lo que quiero, sin importar que les suceda a los demás”, es el pensamiento de muchos. Esto es una libertad mal entendida y que, desgraciadamente, no solo es aceptada en nuestra cultura, sino muchas veces aplaudida. El “vivazo” que burla la ley es elogiado, nunca repudiado. Por eso, vemos como muchos que han sido detenidos por conducir ebrios, siguen al mando de un volante a vista y paciencia de muchos.

La educación empieza por el hogar, y ahí es donde cada uno de nosotros debe trabajar muy duro para hacer ese cambio de cultura que se requiere para reducir la violencia en nuestras calles.

*Socio-Consultor Ecoanálisis

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