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No podemos equivocarnos

Shirley Saborío shirley.saborio@cpc.cr | Jueves 21 septiembre, 2017


No podemos equivocarnos

En menos de cinco meses, 3 millones de costarricenses tendremos la posibilidad de acudir a las urnas a elegir al Presidente cuadragésimo octavo de la República y a nuestros representantes en la Asamblea Legislativa. No es un hecho más. Es una gran decisión que debemos analizar con compromiso y madurez. Es un privilegio que debemos defender como costarricenses.

Sin embargo, el abstencionismo ha venido en aumento y más aún el desencanto por la fiesta electoral; que de fiesta solo tiene los colores y la alegría; pero es un evento de vital importancia que no ha hay que tomárselo a la ligera. Basta ver hacia los vecinos, del norte y del sur del continente, para entender que las modas electorales pueden salirnos muy caras.

Tomar decisiones de largo plazo por emociones de corto plazo, no es un buen consejo, en ninguna esfera de nuestras vidas. El desencanto, el descontento, la desilusión y todos esos sentimientos que nos embargan cuando vemos y escuchamos las muchas noticias que nos informan de hechos que hacen gala de la opacidad que a veces nos caracteriza como sociedad, no pueden ser mayores que la responsabilidad que tenemos como ciudadanos de elegir a nuestros representantes.

Costa Rica apostó por una democracia representativa donde los partidos políticos son el vehículo para lograr ser protagonistas de las fiestas electorales. Hay quienes apuestan por un cambio en la forma en que se eligen los diputados, por ejemplo; otros piensan que debemos modificar nuestro modelo de democracia; pero lo cierto es que el frío no está en las cobijas.

La participación y el fortalecimiento de los partidos políticos es deseable, a la luz de una mayor responsabilidad política. En democracias consolidadas, los partidos juegan roles de mucha importancia donde la renovación de los protagonistas es deseable, y la definición de los ideales y su defensa son la constante. Sin embargo, lamentablemente en muchas ocasiones, las agendas partidarias quedan de lado cuando las agendas personales se imponen. Y esto lo vemos en una fracción legislativa y otra también (excepto en las unipersonales). Porque quienes aspiran a cargos de elección popular entienden que es a través de los partidos políticos que pueden asegurar su participación, y el objetivo es participar, más allá de las propuestas que como partido se hicieron al electorado.

Siendo así, y a sabiendas de que en cinco meses tomaremos una gran decisión, es fundamental que nos informemos, que consultemos, y que pidamos que los candidatos nos presenten a sus equipos de trabajo más cercanos, para que no haya sorpresas. Es importante que haya consultas puntuales sobre temas específicos. Que superemos las generalidades, y que pidamos coherencia a los partidos entre el dicho y el hecho. Que no renunciemos a la posibilidad de consultar antes y durante el ejercicio de las funciones. Porque el diálogo con las autoridades es la única forma de no seguir judicializando todas las decisiones, al menos es el primer paso. Un paso válido, y justificado.

Son muchos los ejemplos que se nos vienen a la mente cuando pensamos en modas electorales, o cuando reconocemos que luego de miles de fallas de unos y otros, los electores apuestan por los cambios; muchos de ellos emocionales y no racionales. Y esto aunque es posible, el costo en prácticamente todos los casos es alto, en términos de las agendas de desarrollo de largo plazo.

Es necesario que en el país pasemos de agendas de gobierno por agendas de Estado. Que superemos los cuatro años y pensemos en los beneficios de mediano y largo plazo. Porque una acción en el corto plazo es suficiente para enviar mensajes contradictorios a las inversiones, nacionales o extranjeras.

Es necesario que los inversionistas tengan claro cuáles son el entorno y las reglas para hacer negocios en el país; que las reglas no cambien al antojo de los nuevos representantes, sin estudios técnicos y diálogos francos entre las partes.

Es necesario sopesar los requisitos para mejorar el desarrollo nacional y la seguridad jurídica, porque solo de esta forma se lograrán mejores y mayores oportunidades para todos. Y finalmente, es necesario que quienes tenemos el privilegio de elegir a nuestros gobernantes en las urnas, lo hagamos con absoluta responsabilidad, pensando en el país que soñamos para los próximos lustros. Y que recordemos que las modas, a la larga, pueden resultar muy costosas. 

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