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Sábado, 10 de mayo de 2025



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Educación, habilidades para la vida y trabajo productivo tienen que ser parte de la rutina para lograr la reinserción

Natalia Díaz: “Trabajo obligatorio debe ser parte de la condena carcelaria en Costa Rica”

Nuevo centro penitenciario es urgente, pero no para hacer una bodega humana más grande, sino para recuperar el control del sistema carcelario

Esteban Arrieta earrieta@larepublica.net | Lunes 12 mayo, 2025


“Lo que no se vale es creer que la inseguridad se resuelve con discursos o sacando una pancarta en la Asamblea mientras el país se desangra. La gente no quiere más teatro. Quiere soluciones”, dijo Natalia Díaz, posible aspirante del partido Unidos Podemos. Cortesía/La República.
“Lo que no se vale es creer que la inseguridad se resuelve con discursos o sacando una pancarta en la Asamblea mientras el país se desangra. La gente no quiere más teatro. Quiere soluciones”, dijo Natalia Díaz, posible aspirante del partido Unidos Podemos. Cortesía/La República.


El trabajo obligatorio debe ser parte de la condena. No puede haber ocio, ni impunidad, ni operación criminal desde adentro. Debe haber disciplina, control y autoridad.

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Con estas palabras, Natalia Díaz, posible candidata presidencial del partido Unidos Podemos, se refiere a los planes del gobierno de construir una nueva cárcel en Costa Rica.

Para la exministra de la Presidencia, Costa Rica no puede cargar eternamente con quienes violan las leyes, a la vez que considera que dentro de las cárceles, la educación, los oficios, las habilidades para la vida y el trabajo productivo tienen que ser parte de la rutina y no un premio opcional como sucede hoy en día para rebajar la pena a cumplir.

Asimismo, señala que el cuento del pobrecito a favor de los criminales no puede ser usado con ligereza, como lo hacen algunos “solo por quedar bien con ciertos grupitos u organismos internacionales”.

¿Cuál es su opinión sobre la intención del gobierno de construir una nueva cárcel con un costo de $35 millones para albergar 5 mil privados de libertad?

La construcción de una nueva cárcel es urgente, pero no para hacer una bodega humana más grande, sino para recuperar el control del sistema penitenciario.

Una cárcel debe ser un espacio de castigo, sí, pero también de reparación a la sociedad y a las víctimas.

Por eso, el trabajo obligatorio debe ser parte de la condena. No puede haber ocio, ni impunidad, ni operación criminal desde adentro. Debe haber disciplina, control y autoridad.

Lea más: Cárcel al estilo de El Salvador se construirá en 195 días, promete Rodrigo Chaves

Este país no puede cargar eternamente con quienes violan nuestras leyes.

Invertir en infraestructura carcelaria tiene sentido si va de la mano con una política penitenciaria firme, profesional y enfocada en resultados reales.

¿Concesionar el servicio de cárceles es una buena idea? ¿Qué opina?

En Costa Rica hay espacio para las alianzas público-privadas en este y en muchos espacios más, siempre y cuando el Estado conserve sus potestades, como el ejercicio de la facultad de policía.

No podemos entregar la justicia a intereses privados, pero tampoco podemos negar la innovación ni la eficiencia si están bien reguladas.

¿Cuál sería la mejor solución para brindar seguridad a la población y, al mismo tiempo, reinsertar a estas personas a la sociedad?

Seguridad y reinserción no son metas opuestas. Al contrario, una alimenta a la otra.

La solución empieza por recuperar la autoridad del Estado: cárceles con control, disciplina y trabajo obligatorio, donde se corte el vínculo con el crimen organizado y se enseñe a reparar el daño causado.

Y esa reparación no es solo simbólica. Debe incluir mecanismos reales de responsabilidad hacia las víctimas, porque sin justicia para ellas, no hay reinserción que valga.

Dentro de las cárceles, la educación, los oficios, las habilidades para la vida y el trabajo productivo tienen que ser parte de la rutina, no un premio opcional.

Y afuera, hay que prevenir: con deporte, empleo joven, acompañamiento familiar y barrios donde valga la pena vivir.

No se trata de escoger entre castigo o reinserción. Se trata de hacer ambas cosas bien. Con orden, con propósito y con respeto por quienes han sufrido las consecuencias del delito.

¿Qué opina sobre el hecho de que el gobierno de Rodrigo Chaves se haya asesorado en El Salvador?

Costa Rica debe aprender de lo que ha funcionado en otros países y mejorarlo a partir de nuestra propia idiosincrasia y realidad institucional.

El Salvador logró recuperar el control territorial, y eso no se puede ignorar.

Aquí nos cuesta aceptar que, ante la maldad, no basta con discursos. Se necesita firmeza. Y sí, a veces se necesita mano dura. Hay personas que no merecen estar en libertad haciendo daño y es una falta de respeto hacia las víctimas seguir hablando del “pobrecito el delincuente”, que del miedo con el que vive la gente decente todos los días.

A mí me sorprende la ligereza con que algunos defienden estructuras criminales solo por quedar bien con ciertos grupitos u organismos internacionales, mientras las comunidades viven atrapadas entre asaltos, extorsiones y violencia.

No se trata de copiar modelos. Se trata de recuperar el control, con legalidad, pero con carácter también.

¿Cree usted que el gobierno se aprovecha de la situación de los homicidios para impulsar su propia campaña política?

Primero, hay que recordar que el presidente no es candidato. Y hay que reconocer que Rodrigo Chaves dijo cosas que muchos no se atrevieron a decir, y por eso la gente lo escuchó. Eso no es oportunismo, eso es sintonía con una realidad que ya era insostenible.

Lo que no se vale es creer que la inseguridad se resuelve con discursos o sacando una pancarta en la Asamblea mientras el país se desangra. La gente no quiere más teatro. Quiere soluciones.

Y sí, me preocupa ver a algunos sectores —especialmente los más progres— usando esta crisis para defender a los mismos criminales que tienen secuestradas a nuestras comunidades.

Yo no estoy en esa línea. Yo estoy concentrada en lo que de verdad necesita Costa Rica, en recuperar su soberanía en todo el territorio, incluyendo el mar, y volver a ser un país donde vivir con tranquilidad no sea un lujo.

¿Algo más que desee agregar?

Sí. Si hablamos de seguridad, también tenemos que hablar de migración con control.

Hoy en Costa Rica tenemos cuarterías ilegales, asentamientos informales y pasos fronterizos sin vigilancia adecuada. Todo esto, aunado al crecimiento urbano desordenado, incide en la seguridad de los ciudadanos.

Migrar no es un delito. Pero permitir que el desorden se normalice sí lo es. Quien viene a trabajar y respetar la ley, será siempre bienvenido. Pero quien viene a delinquir o a aprovecharse del sistema, tiene que saber que acá no va a encontrar impunidad.


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