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Merkel

Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Jueves 04 febrero, 2021


La canciller Angela Merkel, de 66 años, que dirige a Alemania desde el 2005, con cuatro mandatos en forma consecutiva, concluirá su cargo en setiembre de este año. Deja una nación fuerte económicamente y una sociedad más inclusiva y democrática, lo primero, gracias a sus posiciones consideradas por muchos draconianas, lo segundo, debido a su apoyo a los refugiados, matrimonio gay, leyes que promueven la igualdad de género e impulso a energías renovables.

Inició su mandato con la crisis del euro, en la que trabajó para responder a los desequilibrios económicos de muchos miembros de la eurozona. Doña Ángela se impuso apoyando el rescate de algunos de los países con las economías más precarias, pero no con subsidios, sino con préstamos a una tasa de interés baja, a cambio de la reducción de presupuestos en temas de bienestar social.

En el 2015 Alemania registró un récord de 1,1 millones de refugiados, principalmente emigrantes de Siria, África y Medio Oriente. La mayoría de los países de la UE cerraron sus puertas a ellos. Cuando fue criticada por su propio partido y los de oposición, además de algunos miembros del Parlamento Europeo, ella dijo: "Si Europa fracasa en el asunto de los refugiados, su cercana conexión con los derechos civiles universales quedará destruida".

Hija de un pastor luterano, con un doctorado en físico-química, en su primer mandato, impulsó el fortalecimiento de la alianza trasatlántica con América del Norte, así como el aumento de los intercambios con Asia Central.

Al presidir el Consejo Europeo, la Canciller aprobó un plan energético obligatorio con un recorte del 20% de emisiones de dióxido de carbono y el compromiso de sustituir ese porcentaje por el consumo de energías renovables. En su país, lanzó una política agresiva (Energiewende), enfocada al uso especialmente de energía solar y eólica y se comprometió a eliminar 17 plantas nucleares. En el 2020 Alemania superó sus metas en el uso de energías renovables, que actualmente alcanzan un 46% de la producción nacional.

Cuando ganó el Brexit, Merkel, sin alarmarse, mantuvo el carácter de hierro que la distingue. Sostuvo que aunque la decisión era de dimensión histórica, tenían que ser cuidadosos y buscar una salida ordenada del Reino Unido de la UE, sin que ello afectara y desanimara a los demás miembros. El año pasado, participó y celebró el acuerdo alcanzado entre UE y Reino Unido, asegurando que siempre serán un socio importante para la Unión Europea y para Alemania.

Con el objetivo de combatir la discriminación de género, se comprometió en el 2016 en hacer obligatorio una cuota femenina en los cargos directivos de grandes empresas. En enero de este año lo cumplió, al aprobarse en Alemania la Ley que requiere que al menos una mujer forme parte de las juntas directivas de empresas que cotizan en bolsa y cuenten con más de tres miembros. Si la empresa tiene participación mayoritaria del Estado, con juntas directivas integradas por más de dos miembros, deberán contar con al menos una mujer.

Para tratar de poner fin a la violencia contra las mujeres, impulsó la aprobación de una reforma del código penal relacionada con la violación y la violencia sexual, y una Ley que regula el negocio de la prostitución y protege a las personas que trabajan en él.

La canciller, que hace algunas décadas se autodefinió como cristiana y de centro, abandonó su negativa al matrimonio gay, y apoyó la unión de personas del mismo sexo. Aunque lo ha hecho pocas veces, puede cambiar de posición, cuando los argumentos y la realidad pesan más que la ideología y la política. Así también lo demostró al unirse con el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, para respaldar las propuestas relacionadas a la emisión de bonos comunes dirigidos a apoyar los gobiernos de la eurozona afectados por la pandemia. Merkel era de las que se oponían a entregar dinero fiscal a los países más débiles de la UE.

Fue dura, y a veces intransigente, con el tema presupuestario, por eso debió trabajar coaliciones que le permitieran llegar a la meta de déficit cero, aumento leve del gasto y reducción de la deuda, lo cual logró en el 2014 y en forma sostenida hasta el año pasado, que llegó la pandemia.

La última batalla de la Canciller es el coronavirus. Para combatirlo propuso disponer de 500 millones de euros en un fondo de rescate, para evitar que el sistema de salud colapse como ha sucedido en otros países.

Si analizamos las virtudes que debe tener una líder política, Ángela Merkel los tiene todos: conocimiento, credibilidad, firmeza, autoridad, honestidad, convicción y empatía. Su liderazgo fue tan poderoso, efectivo y auténtico, que algunos politólogos consideran que en determinado momentos históricos ella se convirtió en la líder del mundo.

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