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Mediatismo alzó presidente a Trump

| Jueves 24 noviembre, 2016


Sin embargo, es también una obviedad que Trump no podrá conseguir que muchas de sus propuestas pasen de la línea de la ficción a la realidad

Mediatismo alzó presidente a Trump

Miren Martínez Ruiz
Consultora en Comunicación Política

Trump siempre fue el candidato desmedido, resistido por los medios de comunicación e, incluso, por los principales líderes de su propia agrupación política. Sin hacer uso de los cuidados de la corrección política, haciendo alarde de su impulsivo temperamento y de las veleidades propias de su personalidad y manejando un discurso “antisistema” consiguió, contra todo pronóstico, consagrarse como el 45º presidente de los Estados Unidos de América, EEUU.
Hay muchos factores que incidieron en la decisión del electorado y reafirmaron cambios que ya se habían observado con anterioridad en el plano político en otros países. En primer lugar, el circo mediático que rodeó a Trump con sus continuados alardes populistas, como el irrefutable ataque que gestó a los emigrantes, particularmente a los mexicanos, en aras de apostar por el riguroso control del flujo migratorio, captaron expectación en el votante, el cual sustituyó la razón por la emoción al postrarse frente a las urnas.
El magnate conoció a su votante desde el inicio. Vertió un reiterado discurso “antiélites” totalmente alineado con los intereses de la clase obrera, la cual culpa a los tratados de libre comercio y al Nafta y del auge de China y del cierre de sus fábricas para su consiguiente apertura en otras potencias, y a los fraudes financieros de Wall Street de encontrarse engrosando las filas del desempleo y, en muchos casos, sin hogares.
Con su frase “Yo no soy político. Los políticos no actúan, yo soy el contrario” atacó directamente al voto del hombre blanco, desencantado de la política tradicional y temeroso de las olas migratorias y de perder su lugar privilegiado en un país cada vez más diverso. Una evidencia del cambio en el electorado a nivel mundial, el cual lejos de apostar por políticos de trayectoria busca títeres que manejen a la perfección el juego de las sensibilidades y emociones.
A ello, se sumó la desgastada imagen de su contrincante, Hillary Clinton, quien pese a recibir una grandiosa ayuda de sus acaudalados donantes no logró vencer la batalla. Era evidente que muchos hubieran escogido cualquier otra opción antes que a ella, a pesar de sus cerca de 40 años de trayectoria y de que su nombre ha sido siempre sinónimo de política. El bajo perfil con el que siempre lideró su carrera, su limitado carisma y su vinculación con varios escándalos durante su etapa como secretaria del Estado le pasaron factura.
Sin olvidar que, claramente, las encuestas vuelven a reiterar su baja confiabilidad para proyectar la intención de voto, ya que hacen uso de metodologías tradicionales y meramente numéricas sin contemplar la lectura del inconsciente emocional.
Sin embargo, es también una obviedad que Trump no podrá conseguir que muchas de sus propuestas pasen de la línea de la ficción a la realidad. No podrá frenar la globalización por medio del uso de grandilocuentes obstáculos ni podrá girar la cara de forma unilateral a los compromisos internacionales.






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